Ideogramas; de lo que el sujeto calla el cuerpo es un territorio hablante.

Distinciones del síntoma y el fenómeno psicosomático en la concepción psicoanalítica.

Lo indecible, el cuerpo, lo psicosomático | Fenómenos Psicosomáticos -  ElSigma | Painting, Raquel, Painter

Por: Samuel Mora

Lacan utiliza la fórmula  S1 para referirse al significante en tanto acontecimiento donde 1 denota que dicho acontecimiento es totalmente singular, mientras que la letra S representa la palabra significante. Más adelante veremos la importancia de explicar dicha fórmula.

En el acto de repetición del síntoma, ese significante que es Uno al que devendrá otro Uno y al que antepone otro Uno, tiene en sí una peculiaridad que nos ayudará a entender su diferencia con el fenómeno psicosomático. El síntoma que se impone al sujeto muy a pesar del sufrimiento que este trae es un acontecimiento del cual el sujeto se interroga.

El síntoma en tanto significante no es un sufrimiento que padecemos pasivamente, por decirlo así. No, es un sufrimiento interrogante y, en el límite, pertinente. Pertinente como un mensaje que nos enseña hechos ignorados de nuestra historia, nos dice lo que hasta ese momento no sabíamos (…) el síntoma (…) puede manifestarse en la vida del sujeto de modo tan oportuno que, a pesar de su carácter doloroso, aparece como esa pieza faltante que, una vez vuelta a situar en el rompecabezas, revela nuestra vida bajo una nueva luz, sin que por ello el rompecabezas esté acabado. Justamente, el alcance significante del síntoma reside en la pertinencia de aparecer en el momento justo, como la pieza indispensable para suscitar en el paciente, y a menudo en el analista, una nueva pregunta, quiero decir la pregunta adecuada que abre el acceso al inconsciente considerado como un saber. (Nasio, 1998, p. 26)

El sujeto entonces interroga cómo es que se organiza esta secuencia de aconteceres ya no es la misma pregunta de antes ¿por qué sufro? ¿Cuál es la causa de mí padecer? Sino más bien ¿qué hay por encima de este malestar? ¿Cómo se entrelazan estos acontecimientos que hacen que mi síntoma se manifieste repetidamente muy por encima de mi voluntad? Es aquí donde se explica la premisa anteriormente mencionada sólo en síntoma como signo/significante.

Tomar el sufrimiento del síntoma bajo el ángulo de la causa implica hacer del mismo un signo; mientras que sorprenderme por padecer este mismo malestar en un instante propicio, como si estuviera impuesto por un saber que ignoro, implica reconocerlo como significante. (Nasio, 1998, p. 27)

Pero ¿quién o qué fuerza sitúa dicho acontecimiento en el lugar correcto para que el sujeto tenga entendimiento de aquello que le sucede? La respuesta del psicoanálisis a dicha pregunta es: el inconsciente «Aquel que supo situar el síntoma o el chiste, con entero conocimiento para sorprender y hacer comprender, no es un sujeto sino el saber inconsciente». (Nasio, 1998, p. 27) Así pues entendemos el inconsciente como un saber que conduce y que es propio del sujeto pero que éste desconoce. «El inconsciente es un saber, no sólo porque sabe situar tal palabra en tal instante, sino también porque garantiza lo propio de la repetición. Digámoslo en una fórmula: el inconsciente es el saber de la repetición». (Nasio, 1998, p. 27)

En suma:

El inconsciente es un proceso constantemente activo que no cesa de exteriorizarse mediante actos, acontecimientos o palabras que reúnen las condiciones que definen a un significante, a saber: ser una expresión involuntaria, oportuna, desprovista de sentido y situable como un acontecimiento en ligazón con otros acontecimientos ausentes y virtuales. (Nasio, 1998, p. 8)

Lo no sabido de un saber.

Si el inconsciente es una estructura de significantes repetitivos que se actualizan en un «dicho» enunciado por uno u otro de los sujetos analíticos, de esto se deduce que el inconsciente no puede ser individual, sujeto a cada uno, y que, en consecuencia, ya no podremos asignar un inconsciente propio del analista y luego un inconsciente propio del analizante. El inconsciente no es individual ni colectivo, sino que se produce en el espacio del entre-dos, como una entidad única que atraviesa y engloba a uno y otro de los actores del análisis. (Nasio, 1998, pp. 30 -31)

Hasta aquí ya hemos hablado del síntoma y del inconsciente, nos queda hablar del goce para así poder entender más claramente en dónde radica la diferencia entre el síntoma y el fenómeno psicosomático.

Para comprender el goce volvamos un poco sobre los pasos del síntoma el cual se presenta como una disonancia en el discurso en su carácter empírico, mientras que como signo se postula como hipótesis o teorizaciones sobre este tanto del analista como del analizante y en tanto significante se caracteriza por ser sorpresivo, impositivo fuera de toda intencionalidad y es un acto de repetición. Pero algo más que dijimos del síntoma es que es un malestar, un sufrimiento, el cual genera en quien lo padece una profunda repulsión.

Pero dicho malestar del síntoma, debemos aclarar que se posiciona del lado del yo, mientras que para el inconsciente representa una satisfacción. De tal modo que podríamos decir que el síntoma es un antagonista en sí mismo ya que por un lado oprime mientras por otro libera, pero es dicha característica una de las principales expresiones del goce. 

El inconsciente hace aparecer al síntoma en el momento justo lo cual suscita que surja la pregunta tanto en el paciente como en el analista, lo cual abre al inconsciente como un saber, ese saber de la repetición que coloca el significante correspondiente a ocupar el lugar de Uno. Pero dicho casillero puede situarse del lado del analista no solamente del analizante, por tanto, podemos decir que el inconsciente no es particular ya que los significantes se precipitan de un sujeto a otro, de tal manera que el acto de repetición que genera la cadena de los significantes que van tomando el lugar del Uno no le pertenece en exclusiva a ninguno de los dos en el análisis. Aún la interpretación de analista en tanto acto inconsciente no expresa el inconsciente del analista, sino que expresa en sí, en un acto de repetición del significante, el síntoma del paciente. «La interpretación repite hoy, en el decir del analista, un síntoma manifestado ayer en el decir del analizante». (Nasio, 1998, p.24)  Así como el significante es en tanto Uno articulado con el otro el inconsciente se pone en acto en tanto se articula el significante del analista y el significante del analizante. Lo que abre paso a un nuevo saber del inconsciente por medio de la interpretación, acontecimiento que solo es posible por medio de la relación de transferencia que se establece entre los partenaires del análisis. De tal modo que podemos ver como el inconsciente es un lenguaje que une, a diferencia del goce del cuerpo que separa en el análisis.   

Pero entonces ¿hay diferentes expresiones del goce? Y ¿qué es el goce? Primeramente, aclaremos que el goce no debe ser entendido en términos coloquiales como una satisfacción o complacencia en el placer que proporcionan los sentidos o en dado caso relacionarlo al placer orgásmico, debemos bien aclarar que para el psicoanálisis dicho término como muchos otros están alejados de su acepción común. 

De tal modo que Lacan distingue tres medios de goce, goce fálico, plus-de-goce y el goce del Otro. Pero antes de definir cada uno de estos pasemos a explicar algunas premisas que nos harán más sencilla su comprensión.

Freud nos menciona que uno de los objetivos primordiales del sujeto es alcanzar la felicidad absoluta (placer sexual absoluto experimentado durante el incesto) pero como bien sabemos este anhelo es utópico y pronto se ve frustrado en su camino a la realización. A esta aspiración la denominaremos deseo, el cual está originado en las zonas erógenas del cuerpo y constantemente se verá reprimido, lo cual producirá una mayor tensión psíquica. A mayor fuerza de represión habrá una mayor tensión por lo cual el deseo buscará diferentes vías de descarga, una de ellas es la posible descarga, y en tanto imposibilitada, la otra vía será la retención. En el primero de los casos tenemos las manifestaciones del inconsciente que ya hemos mencionado como puede ser el síntoma, donde habrá una descarga incompleta que generará cierta cantidad de alivio, y en el segundo se dará un cúmulo de energía residual que no logrará pasar la barrera de la represión de donde surge el dolor a causa de una sobre excitación de las zonas erógenas y aumenta los niveles de tensión. Por último, encontramos una tercera vía de descarga del deseo, pero esta es totalmente irrealizable ya que representaría la descarga total de energía. Placer que se asemeja al postulado anterior del placer sexual absoluto.

Entendamos el goce fálico como el correspondiente al primer modelo de descarga del deseo, donde la función Fálica instaura la represión a modo de obstáculo para el goce, por la cual solo hay una descarga incompleta y por tanto un limitado nivel de satisfacción de la tensión inconsciente.

En tanto el plus-de-goce sería el concerniente al segundo modelo de descarga de deseo, donde queda el goce contenido impedido por el falo. Dónde plus hace referencia a la fracción de energía que ha quedado retenida generando un goce residual y que genera un aumento en la tensión de las zonas erógenas.

Y por último el goce del Otro, hace alusión a lo improbable del goce absoluto donde habría una descarga total de la tensión sin que el falo pudiera poner en  marcha la represión. Aquí da lugar la fantasía, la muerte, el goce supremo del incesto, entre otros, todos de caracteres ficticios e irrealizables.

Si bien podemos ver que en el síntoma ocurre como es en el primer modelo de goce fálico donde cierta cantidad de energía logra saltar la barrera de la represión para satisfacer la tensión inconsciente, en el caso del FPS el sujeto busca más bien el lugar de un tipo de goce específico. Así:

Un órgano del cuerpo que realiza normalmente su función fisiológica, súbitamente se ve investido en forma masiva por la libido, que de este modo lo transforma en equivalente de un órgano genital. El rol funcional ha sido pervertido en beneficio del rol erógeno. Pero en ocasiones sucede que la libido se acumula y se estanca en dicho órgano a tal punto que su sustrato celular es alcanzado por ella. Freud emplea la expresión «modificaciones tóxicas» en la sustancia orgánica, debidas a un «estancamiento de la libido», o también a una «intensificación de la significación erógena del órgano» para describir el estado mórbido de un goce excesivo vemos claramente cómo el cuerpo real del goce confisca el órgano, destruye sus tejidos a la manera de un agente tóxico e invade el espacio de la cura. (Nasio, 1998, pp.186-187)

Pero vayamos más despacio, como ya hemos dicho el inconsciente liga al analista y al analizante, lo que da lugar al sujeto, entendido éste como aquello que representa un significante para otro, en este caso S1 (significante unario) y S2 (significante que viene del Otro, bajo la forma de un saber inconsciente), el síntoma en tanto acontecimiento al igual que la interpretación se sitúan en el lugar de Uno espacio que aparece entre S1 y S2 al cual denominamos hiancia lugar donde aparece y desaparece el sujeto. Dicha encadenación de significantes mueve a la interrogante del por qué y el cómo del síntoma.

Cosa que no sucede en el FPS, pero ¿por qué no hay dicho acceso a lo simbólico? Parece ser que hay un estancamiento de los significantes lo cual genera un congelamiento del giro de la cadena significante, es allí donde se posiciona el goce impidiendo así el fluir de la repetición lo que da como resultado que el FPS se dé por fuera de lo simbólico pasando directamente como marca a lo real del cuerpo, lo que hace imposible su encadenamiento en lo simbólico. Por tanto, diremos que el analista debe encontrar un modo de traer de vuelta el fluir de la cadena significante.

Como podemos ver en el síntoma el goce se ve truncado por la represión lo que llamamos plus-de-goce. En cambio en el FPS hay un goce que transgrede la barrera de la represión y lastima al cuerpo como dice Lacan en las conferencias de ginebra el FPS «sucede como si algo estuviera escrito en el cuerpo, algo que es dado como un enigma». (Lacan, 1975, p. 36) ¿Cuál es el tipo de goce que se encuentra en el psicosomático? «Lo psicosomático es algo que de todos modos, en su fundamento, está profundamente enraizado en lo imaginario». (Lacan, 1975, p. 40)

En el mismo texto lacan nos habla de que este goce es «específico». Para hablar de ese «goce específico» él emplea su concepto de número que es distinto del de letra de goce con el que califica el síntoma al final de su enseñanza. Lo que nos da muestra de que Lacan en su teoría concibe las diferencias entre síntoma y FPS.

Este goce específico que podríamos denominarlo como Nasio, goce tóxico, no es del orden del lenguaje y aparece como marca en el cuerpo de lo real, es de un orden auto-erótico ligado como se decía en un principio a un ello pulsional lo que Nasio denomina «formaciones del objeto a» (Nasio, 1998, p.187) las cuales se caracterizan por un hecho fundamental: el goce domina y parece haber roto el dique de la represión o, en otro vocabulario, parece haber traspuesto la barrera del falo, como sabemos el ello es la instancia inconsciente que nos permite expresar las pulsiones y deseos pero que encuentra su freno a través del súper yo una vez sorteando el Edipo, lo que da lugar a la aparición del Sujeto consolidado. Pero como bien vemos en el FPS no hay tal sujeto y se remonta a un momento anterior a la adquisición del lenguaje razón por la que el FPS no habla, diríamos más bien que el FPS manifiesta que los significantes para el sujeto han fracasado abriendo paso a que el goce se inscriba a ocupar el lugar, rompiendo el anudamiento de lo simbólico, por tanto, sin pasar por el inconsciente y manifestándose directamente en lo real del cuerpo dando muestra de una marca. 

Estas marcas de goce se manifiestan como úlceras, eccemas, colitis crónicas, gastritis, reacciones de la piel, alergias y un vasto etcétera de manifestaciones que atraviesan al cuerpo para ser vistas, y quizá con eso encontrar el camino a ser escuchadas y atendidas. Marcas que surgen de la memoria de algo que sucedió, que no es del sujeto, sino del cuerpo y que no ha sido simbolizado. 

Es así que vemos porque Lacan piensa en el FPS como «un escrito en el cuerpo» que requiere ser descifrado como un jeroglífico, entendiéndolo como una escritura donde no se representan las palabras con signos fonéticos o alfabéticos. Mientras que el síntoma, es interrogado por el sujeto que lo padece y durante el proceso de análisis se produce la encadenación significante relacionada con el cómo y porqué de su síntoma, lo que permite abrir un camino posible para la cura. Por su parte los pacientes con FPS no cuestionan ese sufrimiento que se marca en el cuerpo, descartando la posibilidad de cualquier cura por medio de un análisis, recurriendo principalmente con los médicos, en una búsqueda incansable porque alguien comprenda sobre sus cuerpos, yendo así de una cura a otra sin encontrar solución.

En conclusión, surgen algunas preguntas para la práctica analítica que a manera breve dejaron pistas para su respuesta a lo largo del texto.

¿Qué podemos hacer los psicoanalistas ante un enfermo con un FPS? A lo que Nasio responde:

La función analítica consiste en sostener y asegurar la movilidad de la repetición. Finalmente, un analista tiene por función favorecer la renovación del significante instalado en el lugar del Uno. Ya que aun cuando el inconsciente sea automáticamente activo, aun cuando el automatismo de repetición sea inexorable, puede toparse con el obstáculo de que un determinado significante se coagule en el lugar del Uno —es el caso de un síntoma tenaz— o si no también de que el goce invada el lugar del Uno y produzca el estancamiento del sistema significante —es el caso de una enfermedad psicosomática *Dicho de otra manera, el analista mantiene viva la fluidez de la repetición significante, vivo el deseo. Y justamente, de lo que se trata es de saber cuáles son los gestos, las intervenciones, las réplicas y las respuestas que el analista debe realizar en cada circunstancia para asumir su función de acompañar, preservar y mantener el deseo en la cura. (Nasio, 1998, p.90-91)

¿Cómo y de qué modo podemos introducir de nuevo el psicoanálisis dentro del mundo de la medicina? Ya que como pudimos ver el FPS al tener su manifestación a través del cuerpo difícilmente cruzará la puerta del psicoanalista en busca de una escucha, caso contrario buscará un saber en el consultorio del médico. Ya que como mencionamos estos pacientes no suelen cuestionar su sufrimiento, por lo que es más sencillo tolerar al médico en su lugar de saber. En caso de encontrar un paciente que manifieste FPS la principal problemática que enfrentará el analista será el de entablar un lazo transferencial, cosa difícil ante la falta de cuestionamiento sobre su dolor lo que dificulta la aparición de un sujeto- supuesto- saber. 

Aquí queda la posibilidad de trabajar en conjunto con otros profesionales de la salud Psi, posibilitando el acercamiento con estos pacientes y una vez que nos encontramos con el FPS, las cuestiones a enfrentar será el cómo hacer, para que ese goce, que se ha fijado en el cuerpo, y que está por fuera del inconsciente, pase al inconsciente, sea cifrado por el inconsciente y deje de escribirse en el cuerpo, hacer que el goce específico del FPS, pase a la contabilidad inconsciente.

Primeramente, habrá que lograr que el paciente pueda crear una demanda y acceder a un trabajo de desciframiento que pueda ser sintomatizado. Para así ir descifrando el jeroglífico que ha sustituido las palabras, llevarlos a la analogía y una vez reconvertido y descifrado el acertijo, crear un síntoma y con ello producir las asociaciones de cadenas significantes necesarias para la cura.

Bibliografía

Lacan, Jacques, Conferencia en Ginebra sobre el síntoma, Suiza, 1975.

Nasio, Juan David, Cinco Lecciones sobre la Teoría de Jacques Lacan, Barcelona, España: Editorial Gedisa, 1998.

Publicado por samuelmora

Psicoanalista

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