Por Luisa Aurora Ochoa
En la teoría freudiana la represión es un mecanismo inconsciente que tiene el fin de la adaptación al trauma psicológico que viene a lo largo de la vida y sus acontecimientos. Por ello la represión es un elemento estructurante para el psiquismo del sujeto convirtiéndolo en un sujeto del psiquismo, del lenguaje y de su sociedad.
Dicha elaboración teórica tuvo lugar en el auge de la modernidad, en que la premisa de que la revolución industrial aunado con la revolución científica y comercio liberal iban a unificar y hacer crecer a las sociedades. Ciertamente hubo un crecimiento colosal en todos los avances en el ámbito de la ciencia, el cúmulo de bienes (el capitalismo) y la sobre concentración en las ciudades que fortalecerían a sus países a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX. Como sabemos este panorama se volvió crítico debido al surgimiento de las grandes guerras y crisis económicas junto con la importancia de las nuevas líneas que señalaría el existencialismo dejando consecuencias inimaginables a sus sociedades.
El posmodernismo es una postura filosófica que hará crítica y cuestionamiento a todos aquellos fundamentos que se dieron como inamovibles: la ciencia y su método, la filosofía política (la creación de sistemas de derechos y garantías), la medicina (la práctica clínica), la vida (cuales son las que se van a resguardar y reproducir) y los métodos del saber. Por ello la estética se vuelve un tema de suma importancia al deconstruir encontrando que muchos del conocimiento de cada una de las áreas dichas anteriormente tienen una premisa en que la vida digna a la que debe ser protegida y reproducida es aquella que cumple con los parámetros estéticos de la hegemonía.
Estos parámetros hegemónicos se podrían ilustrar en cada estrato junto con su percepción de cómo es la vida.
Desde el marco antropocéntrico -> La vida es exclusivamente Humana
Desde el marco Machista-> La vida es fálica
Desde el marco capitalista-> La vida es acumulación
Desde el marco consumista-> la vida es devorar
Cada uno de estos marcos dota una percepción que nos hace juzgar e interpretar aquello que es una vida y lo no es una vida. Por tanto, es crucial preguntarse «¿qué se considera vida?» y «¿por qué se considera vida?» Estas preguntas no son tan sencillas de responder como con el argumento de que todo lo orgánico es vida, debido a que las sociedades han demostrado que el consumo de otros orgánicos tenga ausencia de sensibilidad.
La muerte del otro orgánico no es lo suficientemente relevante para que se le pueda dotar como una vida. El clasismo justifica los privilegios de cierto sector y culpando al sector precario diciendo que es por su incapacidad laboral y educativa por la cual viven en esa situación precaria. El machismo que solamente considera cualquier estilo de vida que escape del esquema binario heteronormativo son vidas que no deben ser protegidas, dejándolas susceptibles a la violencia.
Todos estos esquemas ideológicos están naturalizadas ya que han sido heredadas por la historia de sus sociedades, por lo tanto en su promedio no será cuestionada aquellos esquemas que se han vuelto un mecanismo de opresión a ciertas vidas. Aquellas personas que no se les considera una vida y mucho menos que se les permita llevar una vida digna, siendo olvidadas y castigadas por pertenecer a un lugar incómodo para la hegemonía, las mujeres, gays, lesbianas, trans, intersexuales, pobres, negros, personas de pueblos originarios, personas mayores y migrantes.
Los marcos de la hegemonía han hecho que todas estas forma de vida sean oprimidas al grado de no ser protegidas y mucho menos ser lloradas, sin embargo las empresas y los discursos políticos no han sido tan ingenuos para permanecer, del todo, con las manos cruzadas, actuando, quizá de una forma empática al promover mecanismos de protección a dichos sujetos al tener el famoso tema de la inclusividad. El incluir al sujeto vulnerable a los esquemas hegemónicos, como son la familia, matrimonio, el empleamiento y la pornografía con el fin de no romper del todo al marco hegemónico.
Este sirve como un efecto teatral en que existe una susodicha inclusión, empática y protectora a dichos sectores vulnerables, sin embargo desde el activismo y consciencia social/comunitaria hemos tenido la ardua tarea de enunciar aquellas evidencias de que dicha inclusión no ha sido del todo efectiva. Las microviolencias siguen amedrentando el sentido vulnerable. Enunciar día con día las muertes y desapariciones con el fin de visibilizar la diferencia de condiciones de existencia. Pero también dentro de este terreno seguimos buscando la unión comunitaria buscando objetivos en común, creando redes de seguridad y apoyo.
A este acto sociopolítico le llamo el resistir, que aún con dichas adversidades el hacer una red más fuerte que pueda proteger a aquellas vidas que no se sienten realmente protegidas. El acto de resistir no implica la sumisión a un amo para cumplir su satisfacción, el resistir es avivar el sentimiento, espíritu, ideales y objetivos con aquellos otres que también han podido identificar vulnerables al marco hegemónico.
En el resistir también implica el acto de reafirmar, dicho acto es asumir el lugar que se desea ocupar dentro de un contexto socio histórico geo político en específico. Por ejemplo el asumirse como migrante tiene consecuencias sociopolíticas enormes al arriesgar en sufrir de discriminación, racismo y sentir la ausencia de garantías y derechos como ciudadano del estado. Sin embargo, su expectativa de tener una mejor oportunidad de vida hace valer la pena el riesgo. Del mismo modo el feminismo señala las consecuencias que se tiene al reconocerse como mujer en la sociedad patriarcal, es un lugar en que puede ser amedrentada a seguir con los rituales arcaicos del matrimonio, la familia y crianza o ser víctima de violencia que llegue a la muerte. El reafirmar es un acto ético al asumir un lugar que es vulnerable. Sin embargo cada quien en su postura ética y de deseo/elección sabrá qué y cómo va asumir de su vulnerabilidad y su lucha. No todos los cuerpos tienen ni deben porque sacrificar sus vidas por el ideal de la defensa y su comunidad, al menos que su deseo pueda sostener esa elección.
Por último, cabe destacar un punto de importancia la cual también es un punto crucial para el psicoanálisis que tiene que ver con la imposibilidad. Algo que hemos podido entender, y en muchas ocasiones solamente medio entender, dentro del terreno de la filosofía y el psicoanálisis es que hay algo inevitable que va aunado a la nada, la pulsión de muerte o la muerte misma. Por ello también cabe dar lugar a este acto ético del renunciar en que el cuerpo no puede sostener toda la lucha y consecuencias sociopolíticas que es asumir una postura contra la hegemonía. Renunciar es asumir esa imposibilidad de sostener un lugar que ya no se desea ni puede sostener, y no por ello es una traición a la comunidad, a los ideales y al espíritu; simplemente el cuerpo tiene un límite y asumir ese límite también es un acto ético al cual aún el inconsciente quiere llevar y al mismo tiempo le castiga por ceder a esa renuncia.
Todos dichos actos mencionados son éticos ante un contexto sociopolítico, dichos actos llevan consigo un proceso emocional e histórico de la persona. Así tan complejo como el proceso de la clínica psicoanalítica de recordar. Repetir y reelaborar, por ello el psicoanálisis es una clínica ética. Pero tampoco es la única forma de hacer responsable de la historia de una persona, también son el acto social una forma de revindicar la historia individual y la del otre.