Nuestra cultura en mal-estar

Por: Jennifer García   

Quiero el pensar-sentir hoy, no haberlo tenido solo ayer o tal vez tenerlo mañana. Tengo alguna prosa en sentir todo. No quiero que nada se pierda en el paso del yo-mí al yo-global. Quiero alcanzar dentro de mí un paisaje así: profundamente bajo tierra una sábana de aguas plácidas corriendo y el alma extasiada que no se controla y se estremece en levísimo orgasmo. La pura contemplación.

Clarice Lispector

Leer y releer a Freud en el tiempo, en nuestro siglo, año, mes y día, en lo que llamamos actualidad, situar el 2023 en el tiempo en el que podemos enunciar como «normalidad», debido a la superación de los tiempos pandémicos. Las contradicciones culturales se ajustan por tiempos, desde lo subjetivo hasta lo social, pasando del yo soy al somos.

El presente escrito pretende esbozar una primera incisión que a manera de advertencia señala lo emergente en nuestra sociedad mexicana, que contempla lo psíquico y lo social como una construcción cultural para situarnos en algunos malestares generales de nuestra época, dialogando con Freud y su texto El malestar en la cultura, releyendo con lentes modernos los descubrimientos del padre del psicoanálisis, colocando a la cultura en el diván y, por ende, a la sociedad que la construye.

¿No se está justificando en diagnosticar que muchas culturas, -o épocas culturales-, y aun posiblemente la humanidad toda, han devenido «neuróticas» bajo el influjo de las aspiraciones culturales? […] ¿de qué valdría el análisis más certero de la neurosis social, si nadie posee la autoridad para imponer a la masa la terapia? (Freud, 2006: 139)

La terapia como imposición, como bien lo señala Freud, nos lleva a sostener que nadie podría poseer la autoridad ética, democrática o representativa encargada de los procesos psíquicos de una sociedad, sin embargo, existen dichos que enfatizan que «todos deberíamos de ir a terapia», pero hoy en día la derivación de una autoridad[1] es frecuente en los consultorios, sin dejar de lado aquellos que acuden por decisión. En este punto ya sea por derivación o decisión, más allá del plano personal, hoy en día ¿cómo podremos derivar a nuestra sociedad? ¿Cómo se podría acudir por decisión propia a terapia? ¿Cuál es el mayor malestar de la época? ¿A dónde apunta el psiquismo de nuestra cultura?

Preguntas de época que esbozan realidad, Freud lo plantea en su texto tan vigente aún, nos recuerda que cada época tendrá su padecimiento y a través de la clínica, con la subjetividad de cada persona se puede entretejer lo que culturalmente se gesta como malestar:

Se descubrió que el ser humano se vuelve neurótico porque no puede soportar la medida de su frustración que la sociedad le impone en aras de sus ideales culturales, y de ahí se concluyó que suprimir esas exigencias o disimularlas en muchos significaría un regreso a posibilidades de dicha (Freud, 2006: 86).

Pertenecer y vincularnos, pero también en una sociedad el ser humano puede sentirse frustrado, porque la expectativa social arremete con la subjetividad, las neurosis se desarrollan en ambientes culturales que demandan medidas de integración. Lo que ocurre con el poder de las redes sociales y el proceso de mostrarse al mundo para ser aprobado a través de los likes. En ninguna época el ser humano se ha mostrado tanto como lo hace desde el poder que Facebook, Instagram y TikTok les otorga para introducir en los sistemas culturales los vínculos digitales.

El malestar como ilusión «Los juicios de valor de los seres humanos derivan enteramente de sus deseos de dicha, y por tanto son un ensayo de apoyar sus ilusiones mediante argumentos» (Freud, 2006: 140). Esa ilusión se transforma en argumentos que pueden fracturar sociedades, parten de deseos individuales para convertirse en colectivos, en la era digital, alguien decide por ti.

Acuarela realizada por Carolina Rodríguez

Para Freud la palabra cultura es compuesta por dos aspectos: uno con fines de protección del ser humano frente a su propia naturaleza y otro de regulador de los vínculos existentes entre los hombres, es en esta regulación donde emergen los malestares. En el diván, las personas hablan de sus vínculos, colocan nombres, sentimientos, ideales, deseos, muchos enunciados a partir de las interacciones con otros, desde sus vínculos más cercanos, hasta los más lejanos, representados por épocas que hoy en día son atravesadas por lo digital.

Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos lo saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea, de su infelicidad, de su talante angustiado (Freud, 2006: 140).

Las angustias culturales que colocan a las sociedades en malestar no pueden definirse en un solo síntoma o característica, pero sí se preguntará cuál es el malestar cultural de nuestra época, después de una pandemia ¿qué se podría responder? Si se puede pensar que las conexiones digitales que contribuyeron a vincularnos, cómo estas mismas disposiciones tecnológicas también contribuyen a destruirnos y forzar nuestra subjetividad a las demandas culturales de pertenencia.

Debemos desenredar nuestros malestares culturales para comprender la sociedad en que vivimos, aunque sea como ilusión o promesa, en este aspecto el psicoanálisis tendrá la postura cultural de escuchar lo que el lenguaje social tiene que decir o manifestar.


[1] Una autoridad puede situarse desde algún miembro de la familia, alguna autoridad educativa que sugiera terapia o en el campo laboral del área encargada de la salud mental de los trabajadores.

Bibliografía

Freud, Sigmund , El Malestar en la Cultura, en F. Sigmund, Sigmund Freud Obras Completas Buenos Aires, Amorrortu, 2006, pp. 57-140.

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