Por: Alejandro León Benitez
El yo se combate a sí mismo, emprende una guerra contra sí mismo .
Byung-Chul Han
Parece ser, que en la actualidad el sujeto está cansado de sí mismo, por eso, los aparatos electrónicos, sobre todo los teléfonos inteligentes, son los instrumentos ideales para que el sujeto, harto del sí mismo, opte por dejar de confrontarse y cuestionarse sobre quién es y qué dicta su deseo, para perderse en las ramas de la tecnología, o bien, en la excesiva y pesada carga de su trabajo, para evitar dar cuenta de lo que le pasa.
Paradójicamente, en la búsqueda constante del placer o la satisfacción inmediata, el sujeto actual, lo que está haciendo en esa «excesiva relación consigo mismo», como nos lo dijo Byung-Chul Han en su libro Topología de la Violencia, es de alguna manera caer en la propia destrucción por medio de ese exceso de guerra interna. Desea ocuparse tanto de poder obtener un placer inmediato por medio de un mejor trabajo, un mejor sueldo, el mejor teléfono, o una mejor relación que la actual (porque en esta ya no siento nada y no me interesa resolver los conflictos), etcétera, que justo lo que hace es alejarse más de sí mismo, de saber qué lo mueve en esta vida.
No es solamente un sujeto cansado de rendir y buscar ser mejor, sino cansado de la inmediatez (lo momentáneo) que se vuelve tan volátil y el mundo se le cae ante cualquier vaciamiento de su edificio imaginario. No en vano, la llamada «enfermedad moderna», y no me refiero al COVID, sino a la depresión, acecha cada vez con más fuerza, y los sujetos en consulta, demandan a su analista (o su supuesto saber en función) que los libere rápidamente de su malestar o dolor. Parafraseando a Lacan, los analistas, somos más pañuelos desechables que nunca, porque muchas veces si el sujeto no se ve resuelto en su urgencia por apaciguar el dolor, sin interés alguno por cuestionar acerca de ello, es porque el profesional «no le sirve».
Parece que hay una clara tendencia por privilegiar el Principio de Placer, sin embargo, debemos recordar, que al final del capítulo VII de Más Allá del Principio de Placer, Freud señaló, que el Principio de Placer parece estar al servicio de las pulsiones de muerte. En ese sentido, no hay ninguna escapatoria que sea tan eficaz como para huir de aquello que nos hace un llamado. El hecho de que en la actualidad exista una evidente tendencia de los sujetos a no cuestionarse, a no querer saber nada del deseo que los habita, no quiere decir que no haya manera de hacer un análisis.
Tal vez el «sujeto del rendimiento», como lo llama Byung-Chul Han, no se rija por el inconsciente, pero, considero que la fórmula, si se me permite decirlo así, está en desarticular no solo esa auto violencia a la que se refiere en su texto, sino a la desmedida manera de evadirse a sí mismo al buscar que el supuesto placer no termine. En esta época de la inmediatez, lo que es más inmediato, es el no querer saber nada; por eso, es preferible una guerra contra sí mismo, aunque eso represente morir de nada.
Me va el tiempo engullendo de minuto en minuto
como engulle la nieve a un cadáver ya rígido;
desde lo alto contemplo esta tierra redonda
y renuncio a encontrar el amparo de un techo.
Fragmento del poema: El Sabor de la Nada, de Charles Baudelaire
