El surgimiento de la psicosomática y su relación con los paradigmas del pensamiento moderno

Por: Sergio Alberto Vázquez Martínez

En el presente ensayo se trabajará el contexto histórico que contribuyó al surgimiento del concepto de psicosomática. Es evidente que todo concepto y trabajo es hijo de su época, por esta razón se vuelve indispensable el hecho de rastrear los eventos principales que giraron alrededor de la psicosomática en el siglo XX[1] momento en el que adquiere un peso significativo en distintas áreas del pensamiento como la medicina, psicología, un recién fundado psicoanálisis y claro, frente a algunas doctrinas filosóficas. Entonces, de lo que se trata es de indagar brevemente en el campo histórico y mostrar las implicaciones que tuvo el concepto de psicosomática.

Mujer con cajones 1936 – Salvador Dalí

Antes de entrar de lleno con el momento histórico de nuestro interés, es importante mencionar que hay guiños de un estudio de la psicosomática desde la antigüedad griega. Por mencionar algunos autores: Platón, Aristóteles e Hipócrates. Este último tiene invenciones que se consideran de especial interés ya que Hipócrates entendía la enfermedad como un desequilibrio en la armonía ya sea interior o exterior:

la armonía se considera, así como la condición de la salud, y la curación de las enfermedades como la obra de la naturaleza el médico no puede hacer más que ayudar a esta última en su lucha para restablecer el equilibrio amenazado. Este equilibrio puede tener causas diversas: internas un exceso de humores de preocupaciones o de fatiga y externas un cambio brusco de clima la presencia la presencia de miasmas en el aire un traumatismo accidental (García, 2019: 25).

Incluso, se podría decir que en la curación hipocrática había una proto-terapéutica de la palabra: «curaba mediante dulces encantamientos, pociones benéficas aplicaciones o con cirugía» (García, 2019: 26). Estas ideas son importantes ya que muestra cómo el pensamiento médico de la antigüedad griega no estaba en riña con las causas no-corporales de la enfermedad, problema que sí tendrá la modernidad con la entrada del racionalismo (con su división res cogitans y res extensa) y el positivismo.

En la antesala de la modernidad se comienzan a esbozar las características de las ciencias y sus principales intereses. A diferencia de la antigüedad, el factor práctico tendrá un peso enorme principalmente en la medicina donde el foco de interés se convertía el cuerpo humano. La visibilidad de lesiones y síntomas se volvía fundamental para el estudio de la disciplina. Paracelso solía decir: «Los pacientes son tu libro de texto, y las camas del enfermo tu estudio». Pero esto no solo pasaba con la medicina, sino que toda disciplina comenzaba a aspirar por la comprobación material de los hechos, por decirlo de otro modo, que dichas hipótesis se fundamentarán y se comprobaran en una realidad material inmediata. En este sentido, Leonardo da Vinci propone un ideal de ciencia y por lo tanto de científico que enmarca la pretensión de toda disciplina a partir de dicho momento. «Las Ciencias verdaderas son aquéllas que la experiencia hace penetrar por los sentidos y que imponen silencio a la lengua de los argumentadores. Ninguna investigación merece el nombre de ciencia, si no pasa por la demostración matemática» (García, 2019:73).

Llegado el momento de Descartes y Comte se inicia una tradición filosófica y científica por un lado el racionalismo y por el otro el positivismo. El primero hace una división tanto ontológica como metodológica para el estudio del ser humano, las famosas res cogitans y res extensas (sustancia pensante y sustancia material) lo que proponía un entendimiento separado de lo que ahora se podría denominar psique y el cuerpo. Esto significó un problema ya que en los estudios cartesianos no queda del todo claro si existe una posible relación entre las sustancias.

Por esta razón en el saber médico fundado en estas corrientes, el cuerpo no remite a nada más que a sí mismo, no tiene ninguna realidad más allá de él. En la modernidad, el cuerpo se convirtió en la frontera precisa que marcó la diferencia de un hombre con todos los demás. El hombre de Descartes es un collage en el que conviven un alma que adquiere sentido al pensar y un cuerpo, o más bien una máquina corporal, reductible solo a su extensión. El cuerpo, al igual que el mundo, deja de ser un universo de valores para convertirse en un universo de hechos (Bonoris, 2020).

En definitiva, el cogito cartesiano y la ciencia moderna forcluyeron la verdad corporal, su dimensión significativa, su valor sagrado. el cuerpo enmudeció. El error sobre el ser, entre otras cosas, reside en el rechazo del cuerpo fuera del pensamiento, entendido como una pura res extensa (Bonoris, 2020).

En este sentido, el positivismo considera que el único medio de conocimiento es la experiencia comprobada o verificada a través de los sentidos. Lo que tienen en común estas formas de pensamiento es que buscan explicar el mundo a través de: 1. Una causa 2. Una función 3. Una finalidad. Entonces, cualquier disciplina que no pueda explicar sus hechos a través de lo anterior no puede ser considerada ciencia ¿se hace evidente el problema? Es decir ¿cómo explicar una dolencia física cuya causa no es solo corporal? (Problema cartesiano y en el positivismo) ¿qué disciplina se atreverá a indagar en estos hechos que salen de los estándares de la ciencia? El psicoanálisis será una de ellas.

Es importante mencionar que el psicoanálisis de Sigmund Freud no fue la primera disciplina en trabajar con estas dificultades. Paralelamente estaba surgiendo la sociología con Emile Durkheim cuyos problemas eran similares ¿cómo trabajo con una cosa o hecho que no es demostrable frente a los sentidos? La respuesta de Durkheim es que no solo hay sucesos externos, sino que también los hay internos y que se afectan mutuamente.

Como se sabe el psicoanálisis tendrá un complejo por intentar llegar a ser una ciencia positivista (que sería otro tema para investigar), pero es esa intención lo que lleva a Freud a diseñar nuevos métodos para entender el malestar de su época. En psicoanálisis están las tres formas de explicación abordadas anteriormente (causa, función y fin), pero ninguna garantiza el conocimiento definitivo. Conocer la vida humana requiere de algo más.

El psicoanálisis es la respuesta a la subversión del médico por parte de la ciencia; es la respuesta al retorno de lo forcluido por el discurso cartesiano, vehiculizado en el cuerpo de las histéricas y que pone en jaque a los amos de la época al no ser abordable por el saber formal de la ciencia. De este modo, el psicoanálisis pudo desmontar la dicotomía cartesiana al revelar la aparición de una nueva sustancia. La invención del psicoanálisis no dependió de la mente brillante de un genio solitario, sino de las condiciones históricas referentes al saber y el poder médico sobre la histeria (Bonoris, 2020).

Aunque Freud no se interesó especialmente por la psicosomática, sin duda él fue su inspirador al destacar la intrincación e influencia de los factores psíquicos en lo biológico y, concretamente, en la formación de síntomas somáticos. Esta idea se refleja desde sus primeros trabajos en citas como:

Los afectos pasan a ser con harta frecuencia causas patógenas tanto de enfermedades del sistema nervioso con alteraciones anatómicas registrables, cuanto de enfermedades de otros órganos.  Todos los estados anímicos son, en cierta medida, afectivos, y de ninguno están ausentes las exteriorizaciones corporales y la capacidad de alterar procesos físicos […] cuando se formula un juicio sobre dolores corporales, es preciso tomar en cuenta su evidentísima dependencia de condiciones anímicas (Freud,  189: 119-120).

Si bien Freud nunca usó el término psicosomático en sus escritos, creía firmemente que la salud corporal podía ser afectada por estados mentales. Es la invención del inconsciente freudiano lo que abre puertas ante posibles fenómenos más allá de lo corporal y con ello inaugura un nuevo campo de estudio donde lo corporal tendría una significación inconsciente.

Desde esta posición teórica se aplica a la psicosomática el modelo de la conversión descrito por Freud en la histeria. Los fenómenos somáticos tendrían una significación inconsciente que se expresa simbólicamente por medio del lenguaje del cuerpo. Esta premisa abre distintos campos e inspira a distintos autores. Por ejemplo, para Chiozza: «la elección del órgano a través del cual se expresa un determinado trastorno se rige por los mismos principios que determinan la elección de cualquier otra representación» (Chiozza 1976: 56).

Por otro lado, Groddeck fue un precursor de esta forma de buscar el sentido del síntoma psicosomático. Psicologiza lo orgánico, haciendo de la conversión histérica el arquetipo de toda somatización. Para este autor, toda enfermedad orgánica, sin excepción, es igualmente psíquica y el cuerpo simboliza a través de su ser mismo. La morfología ya es simbólica y los órganos son imágenes descifrables como un argumento onírico. Propone una verdadera anatomía fantástica paralela a la anatomía física; diferentes partes del cuerpo están consideradas como la encarnación de cualidades o de afectos.

Para concluir, frente a la exigencia del malestar de la época que retaba a la medicina convencional donde las causas y repercusiones no eran únicamente de tipo orgánicas, se fue esbozando la innovación de un nuevo paradigma de pensamiento que no apunta a una respuesta racionalista o positivista, sino que busca entender los hechos de la vida humana desde su pluralidad, aspirando a cierta cientificidad pero también manteniendo una posición crítica frente a esta cientificidad. Una disciplina en los márgenes, esto es el psicoanálisis. Una disciplina donde soma y psique no son excluyentes, sino que convergen y deben ser tratados desde su pluralidad.


[1] Para fines explicativos se entenderá modernidad al periodo que inicia en el siglo XV hasta la actualidad. Sin embargo, el rastreo de la presente investigación será hasta inicios del siglo XX.

Referencias bibliográficas

Chiozza, Luis, Cuerpo, afecto y lenguaje, Psicoanálisis y enfermedad somática, Buenos Aires: Paidós, 1976.

Bonoris, Bruno, El nacimiento del sujeto del inconsciente, Buenos Aires, Argentina: Editorial Letra viva, 2020.

Freud Sigmund, Tratamiento psíquico (tratamiento del alma), Buenos Aires, Argentina: Amorrortu, 1, 112-132, 1890.

García, Jonatan, Filosofía de la Psicología, Colofón, Ciudad de México, 2019.

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