Una reflexión sobre la violencia en México

Por: Mónica Edith González Dávalos
El miedo a la oscuridad suele asociarse a la infancia, es considerado, incluso, como un «miedo evolutivo» que normalmente desaparece por sí solo cuando los niños alcanzan los ocho o nueve años de edad. El miedo a la oscuridad forma parte de la angustia infantil ante la separación y la pérdida del objeto amado.
Seguro muchos de nosotros podremos recordar aquel relato de Freud en Tres ensayos de teoría sexual en la que un pequeño niño que había sido encerrado a oscuras en una habitación le ruega a su tía que le hable, ella le cuestiona que, aunque le hable seguirá estando a oscuras, ante esto el niño responde: «No importa, hay más luz cuando alguien habla.» (Freud, 1905: 205) A partir de esta breve nota podemos decir que en la mayoría de los casos encontraremos que el temor no se debe a la ausencia de luz, sino a los peligros que se cree se esconden en la oscuridad.
En la presente reflexión no nos enfocaremos al miedo infantil de la ausencia de luz sino a aquello que siendo adultos tememos encontrar en los lugares oscuros, y cómo esos miedos existen y mutan dependiendo del lugar y las circunstancias de quien las enfrenta, es decir, de la historia y las consecuencias subjetivas.
Hace poco más de un mes en México se comunicó que la Cámara de Senadores avaló la reforma a la Ley de husos horarios en el país, poniendo fin al cambio de hora que se hacía desde 1996; por tanto, el 30 de octubre de 2022 fue la última vez que los mexicanos atrasaron su reloj una hora. De este modo, el país permanece en el horario de invierno, el anochecer llegará entre las 6:30 y las 7 de la tarde aproximadamente, marcando un contraste significativo, pues, cuando el horario cambiaba podía llegar a oscurecer después de las 8 de la noche. La periodista Darinka Rodríguez en una nota publicada en El país (Octubre, 2022) nos dice que esta decisión se justificó con el argumento de que el horario de verano no cumplía con su propósito de aprovechar más la luz del sol y así hacer menos uso de luces en casas y edificios, es decir, la propuesta tenía el fin de alcanzar un ahorro energético, que según la comisión de Energía no se estaba cumpliendo.
Fuera de los pros y contras que trae esta reforma a las cuestiones energéticas y ambientales en la nota se menciona brevemente la relación que existe entre la hora en la que oscurece con la violencia y la incidencia delictiva. A partir de que se comunicó esta decisión comenzaron a observarse las posturas de la población en redes sociales, algunas neutrales, otras a favor, y otras en contra, con preocupación, cabe resaltar el hecho de que quiénes más tomaban esta última postura eran las mujeres, diciendo que: «México no es un lugar en el que deba escurecer temprano».
Admito que antes de estos sucesos no me había interesado en investigar a qué hora oscurece en otros países, si es que hacen cambios de horario en invierno o verano, si es que la oscuridad se interpreta de distintas formas según el país, la ciudad, y finalmente queda la interrogante ¿por qué México no es un buen lugar para que oscurezca temprano?
Que el anochecer llegue alrededor de las 6:30 y 7 de la tarde en México implica que muchas, o quizá la mayoría de las personas salen del trabajo o estudio y regresan a casa sin luz solar, ahora bien, si recordamos nuestra premisa al inicio de este escrito sostenemos que no es que se tema regresar a casa o trasladarse por la ciudad sin luz solar, es decir, no se teme a la oscuridad, sino que el temor se enlaza a los peligros que se cree pueden estar en esos lugares y lo que representan, por tanto habría que pensar ¿qué es aquello que se teme encontrar por las calles de México en la oscuridad?
Para avanzar en estos cuestionamientos tenemos que hablar de la violencia, en principio podemos conceptualizarla enmarcándola en una relación de desigualdad, de jerarquía, de poder, y además de estas características habría que reconocer que no es posible contar con una única definición de violencia, pues hay violencias concretas, dicho de otra forma, no hay violencia sino violencias y sus efectos singulares. La investigadora Marie Lecomte-Tilouine, en su texto Violencia sacrificial y el sujeto, publicado en Revista Intempestivas número 9, nos dice que «la violencia es tal que no puede ser ni totalmente definida, ni enmarcada del todo, ni ser realmente unánime, pues se basa en un quiasma que propicia la subjetivación; esto es, la distinción y percepción del sujeto.» (Lecomte-Tilouine, 2019: 104)
A pesar de los límites y las dificultades para definir este fenómeno intentaremos matizarlo brevemente. Al buscar las principales causas de la inseguridad en México encontramos factores tales como la pobreza, la desigualdad, el desempleo, la falta de acceso a la educación, el machismo, sexismo, etc. Causas que podemos ver de forma similar en distintas partes del mundo, sin embargo, en el país se añade la particularidad del abuso de poder que existe por parte del gobierno, la policía, el ejército, la marina, y no solamente se trata del abuso de poder de estas instituciones para mantener sus intereses, sino que está implicado el crimen organizado y la impunidad de la que gozan, añadiendo el hecho de la guerra-alianza que se conoce entre ellos. Además de ello cabe mencionar la innumerable cantidad de casos sin resolver, dejando sin consecuencias a los responsables, y el mensaje de la fragilidad de la ley y la justicia.
La incidencia delictiva se ha visto en aumento en la última década según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), pero además de la cifra en aumento lo que llama la atención es que la violencia estructural ha tomado énfasis, los crímenes se han vuelto más crueles, los cuerpos y las vidas desechables. Y ante lo desmedido de la violencia queda la pregunta del por qué, pues las frases que daban una vaga impresión de tranquilidad tales como «seguro le pasó porque andaba en algo», dejan de tener sentido cuando se es víctima por ser mujer, por ser niño, por tener, por saber, por luchar, por ser, por estar, el riesgo es para todos y cae la pesada conciencia del peligro cuando cualquier persona puede sufrir esas violencias, cualquiera puede desaparecer, cualquiera puede ser la razón, y pesa más que esas razones sean tan banales.
Es claro porqué ante la noticia de la anulación del horario de verano más que ver las implicaciones energéticas y ambientales la mayor parte de la población piensa en otra cosa, se enfrenta al terror que esconde la dimensión de la sorpresa y es que cómo ocuparse en resolver los asuntos ambientales y económicos cuando las necesidades humanas básicas como la supervivencia, la libertad y el bienestar se ven amenazadas cotidianamente.
¿Y cómo se vive con todo esto en México? Es una pregunta difícil para la que no hay una única respuesta, cada quien lidia con los efectos que la violencia le genera, la vivencia cotidiana sigue su curso, y todo transcurre dentro del fondo oscuro que lo enmarca, se vive en estas realidades, y a veces fuera de ellas, se normaliza, y es esto lo paradójico de no reconocer los efectos de lo que nos es propio. Lo que es claro es que esta violencia es parte de lo que mantiene la ruptura del país, y de los que lo habitan.
Finalmente, volvemos a la viñeta clínica de Freud con la que abrimos este escrito, el pequeño niño le ruega a su tía que le hable pues eso le acompaña para enfrentar su temor, este es el lazo social, el cual constituye una de las herramientas más fuertes con las que cuenta y se defiende la población, así encontramos lazos que acompañan, quienes esperan a recibir el mensaje que avisa que se llegó con bien a casa, los grupos de búsqueda de desaparecidos, las luchas de los colectivos feministas, o las comunidades que le hacen frente al gobierno o al narcotráfico, por mencionar algunos ejemplos. Estos lazos nos hablan y nos dan luz en los momentos de oscuridad, manteniendo la esperanza de iluminarlo todo.
Bibliografía:
Freud, Sigmund, Tres ensayos de teoría sexual, Obras completas, Amorrortu editores, volumen XIV, Buenos Aires, Argentina, 1905.
Lecomte-Tilouine, Marie, Violencia sacrificial y el sujeto, Revista Intempestivas, Número 9, Guadalajara, México, 2019.
Osorio, Daniela y Sánchez Nájera, Felipe, Violencia sin tregua: las cifras del Inegi sobre homicidios durante 2020, México, 2022.Consultado en: https://seguridad.nexos.com.mx/violencia-sin-tregua-las-cifras-del-inegi-sobre-homicidios-durante-2020/
Pérez, Marcelo Augusto, Violencia y subjetividad, Revista Intempestivas, Número 9, Guadalajara, México, 2019.
Rodríguez, Darinka, México elimina el horario de verano tras 26 años de implementarlo, El país, México, 2022. Consultado en: https://elpais.com/mexico/2022-10-26/mexico-elimina-el-horario-de-verano-tras-26-anos-de-implementarlo.html