Antesala del análisis

El deseo de ser tomados como objeto, es lo que nos separa del lugar del analista, del significante cualquiera.

Por: Samuel Mora

Consultorio de Jacques Lacan

La asociación libre en sí misma, significa que el terapeuta, en tanto que analista, se abstiene de dirigir al paciente, es decir que renuncia a un poder…

 Miller

Este texto pretende abordar ciertas cuestiones que están en torno al método psicoanalítico. Se pretende señalar los puntos que diferencian a las prácticas «psi» (psicoterapias, psiquiatría, terapia psicodinámica) del análisis, cuál sería su apuesta en contrapunto de ellas, qué condiciones dan la pauta para pensar en un análisis y qué posición tiene este respecto a la cura. 

Como sabemos hoy en día vivimos en una sociedad capitalista, un modelo que tiene como objetivo mantener la ilusión de completud obturando la Falta propicia para el surgimiento del deseo, lo cual, evidentemente tiene su impacto en la forma en que los profesionales de la salud son educados y en como la clínica es concebida, por ejemplo, las escuelas psicológicas más populares parten de una visión médica de las cuestiones mentales, de la cura y de sus métodos de intervención; haciendo uso de las herramientas de oferta y demanda para su posicionamiento en el mercado, por ende, es común ver infinidad de psicólogos anunciándose en la red, o los consultorios que se promueven como una alternativa accesible y rápida, se promueve como si fuera cualquier otro producto, incluso el capitalismo muchas veces nos ofrece productos de mala calidad o con la mínima utilidad pero nos captura con la ilusión de resolver de forma inmediata problemáticas que en el fondo sabemos requieren de mayor esfuerzo e incluso por si fuera poco estas falsas promesas vienen acompañadas de un bajo costo o la promesa de gratuidad, cosa que sucede hoy día con la atención psicológica, motivo por el cual se ha vuelto cada vez más común recibir en mi clínica pacientes que llegan con la queja de estos prestadores de servicio, pero, esto es producto de una situación cultural bilateral de parte de los que buscan un servicio bueno, bonito y barato, y de quienes se ofertan y se venden de esta manera sin los conocimientos necesarios para ejercer la clínica y muchas veces bajo la excusa de la necesidad.

Lo que no se ve muchas veces es que estas terapias que prometen ser breves y supuestamente efectivas se respaldan en el mismo discurso e ideales sociales que oprimen la subjetividad, por eso las terapias promueven la falsa idea de ayuda y la promesa de éxito e incluso de una cura total, cuando quizá lo que se deberían de promover son cuestionamientos del por qué estamos tan obligados a estos imperativos de normalidad, y si es que estas ideas son realmente sostenibles y congruentes en tanto ideales.

Vemos así que las psico-terapias funcionan a favor de un discurso de la normatividad y la adaptabilidad social, promueven la idea del ser un «buen paciente» si se cumple con las tareas y se aprenden las técnicas que los terapeutas dan a manera de solución de las problemáticas que el «cliente» (porque así le llaman ahora) enfrenta, envolviéndolo en un discurso por demás pedagógico y paternalista. Qué acaso eso no terminaría corriendo el riesgo de ser una práctica adoctrinadora; pero, parece incluso que en lo que corresponde a la petición del sistema, una terapia que cuestione los ideales sociales y donde el sujeto pueda propiciar y crear alternativas de acción contra los factores causantes de su malestar es visto como una apuesta inútil, una intervención que logre generar en los sujetos una comprensión de sus síntomas como efectos del modelo socio cultural en el que vive y se desarrolla sería infructuoso. 

Las terapias de hoy se apegan a ideales superficiales y estéticos, son bonitas, empáticas, tiernas, breves y lo menos confrontativas posibles, en tanto promueven discursos que modelan al sujeto a ignorar o acallar su síntoma con bellos encuadres y lineamientos a seguir, que incluso salvaguarden al terapeuta de no enfrentar cosas que se salgan de los márgenes de las técnicas y modelos de intervención que le dictan sus teorías adaptativas (un ejemplo de esto es el impacto negativo que ha tenido en los pacientes el uso negligente de las populares técnicas de mindfulness, pero eso sería tema para el desarrollo de otro texto). 

Con el predominio de estas prácticas dónde un sujeto encuentra un verdadero espacio para desligarse de los criterios y variables de normalidad con que somos medidos diariamente. Las terapias parecen promover espacios de comodidad y confort, donde los síntomas del sujeto son abrazados y acallados, pero, sin ser cuestionados en profundidad, esas cualidades no permiten el movimiento y el cambio, como sería el cuestionar, el pensar críticamente y el incomodar. Habría que propiciar un espacio de potencia necesaria para ir más allá de las formas de lo cotidiano, para hacer uso de la palabra con subversividad, que produzca interés por cuestionarse y moverse constantemente de lo preestablecido por el propio sujeto y la cultura, un espacio de intervalos donde pueda manifestarse el deseo de forma singular y en toda su multiplicidad. 

Tomando en consideración estas observaciones demarcaré algunas de las diferencias que un análisis tendría con respecto a estas prácticas de orden psico-terapéuticas. Lo que vendrá primero es que se propicie un encuentro, y como hemos visto en las prácticas de orden terapéutico parece que el encuentro y la demanda últimamente la propician los terapeutas, ellos se anuncia en redes sociales y pescan clientes que van viendo sus anuncios y por medio de publicación con las que se sienten identificados generan la idea de necesidad, ven una publicación sobre ansiedad, depresión, autoestima, etcétera, y entonces paso seguido las publicaciones tienen al alcance de un clic la posibilidad de contactar al terapeuta y solicitar una cita, o en su defecto fácilmente usted podrá encontrar grupos y páginas donde la gente pone, «busco terapeuta de tal enfoque, por tal ubicación y a tal costo» más tarda en hacerse la publicación que en lo que vemos el arsenal de respuestas de tarjetas de presentación y ofertas para elegir, tal como si se tratara de una cartelera en Netflix, las opciones de compra en Rappy o un catálogo de prospectos en Tinder, pase y elija; aquí surge la cuestión, es realmente la persona la que está demandando el proceso o es que ha sido sugestionado a creer que él es el que demanda en una sociedad que incluso hace una comercialización y una idea de normalidad en relación a la búsqueda de servicios de salud mental. 

Por otro lado, si se concreta alguna cita vemos también normalizada en la cultura de salud la costumbre de que el médico psiquiatra o el terapeuta hagan confirmaciones y recordatorios de las citas con antelación para evitar el olvido e inasistencia de los pacientes; pero insisto con la interrogante, de ser así, de dónde viene la demanda, del paciente o de los terapeutas, y a qué fines sirve ese encuentro más allá de los intereses económicos del demandante.

Estos son los claros ejemplos del orden pedagógico y educativo de las terapias, pensemos en un salón de clases donde siempre está el chico que cumple con la tarea, e incluso le recuerda al profesor los deberes que ha dejado para la clase, ese es el típico alumno que les cae mal a los demás compañeros, porque la demanda de saber y el deseo de saber viene de él, a diferencia de los otros que solo cumplen por condicionamiento, no por deseo; por eso hay que recordarles si han hecho la tarea o no y en casa habrá que perseguirlos para que cumplan con ella, porque la demanda de hacerla viene de parte del profesor, del colegio o de los padres, pero no de ellos, lo mismo pasa con el proceso de análisis, quien desea realmente tener y vivir su análisis, tendrá una demanda de él, sin necesidad de recordatorios por parte del analista.

En análisis considero que el paciente más convenientemente deba llegar por una recomendación y no sólo eso, sino que sabemos la importancia de que se dé una demanda real de análisis que de no estar presente desde un inicio habrá que ver si es posible propiciar las condiciones para que esta se pueda dar, pues desde ahí vamos viendo en gestación las cuestiones de la transferencia. 

Una vez el paciente concrete una cita con el analista las entrevistas preliminares tienen una función esencial para encontrar esos indicios que dan lugar o no a una entrada posible en análisis. Muchos creerían que con sólo estar en el consultorio ya están haciendo análisis lo cual no es así, lo cual sabemos tendrá que ver con el pase de colocar al analista en el lugar del sujeto supuesto saber, donde el paciente supone que es el analista quien sabe sobre lo que le pasa, a ser el propio analizante quien se interroga y busca por el saber que él mismo guarda sobre su padecer, pregunta que refiere al inconsciente.

Esta pregunta es difícil de establecerse por efecto de un discurso de orden «psi» que promete la recuperación de una totalidad plenitud o bienestar perdidos, la consolidación de un yo fuerte y la posición de saber de lado del terapeuta para brindar ayuda, con diagnósticos, técnicas y herramientas que den respuesta y solución a los malestares que atañen al paciente, así, antes que permitirle abrirse a una pregunta por la verdad ya se le instauran nuevas certezas. Pero sabemos que ninguna de estas intervenciones son del orden de lo que hace un análisis; más bien podríamos hablar de un acompañamiento terapéutico, consejerías, mentorías, orientaciones. 

“Cuanto más iguales son las personas, más aumenta la producción; esa es la lógica actual; el capital necesita que todos seamos iguales; el neoliberalismo no funcionaría si las personas fuéramos distintas”. Byung-Chul Han

Ya que el análisis piensa la dirección de la cura en el orden de no procurar una idea de estabilidad y absoluta homeostasis que evada la realidad del sujeto sobre su incompletud, cosa contraria a todos los modelos terapéuticos que comulgan con un discurso de orden capitalista, hoy el discurso de la ciencia es el discurso del amo. La ciencia promueve la objetividad, nula la diferencia y lo subjetivo; que todos transiten las mismas vías, los mismos tratamientos, las mismas técnicas y curas; En suma, los sujetos se han colocado ante la ciencia como la condición única para que los que se ordenen ante ella estén en lo correcto, ya decía Lacan en 1965 que el sujeto del psicoanálisis no podía sino ser el sujeto de la ciencia en tanto que lo excluye. “Sería un error creer que una ciencia consta íntegramente de doctrinas probadas con rigor, y sería injusto exigirlo. Una exigencia tal sólo puede plantearla alguien ansioso de autoridad, alguien que necesite sustituir su catecismo religioso por otro, aunque sea científico. La ciencia tiene en su catecismo sólo muy pocos artículos apodícticos; el resto son aseveraciones que ella ha llevado hasta cierto grado de probabilidad. Es justamente signo de que se tiene un modo de pensar científico el darse por contento con estas aproximaciones a la certeza, y poder continuar el trabajo constructivo a pesar de la ausencia de confirmaciones últimas”(1915).

Entrada al consultorio de Lacan, 5 Rue de Lille, en París. Lugar en el que practicó el psicoanálisis desde 1941 hasta su muerte.

“se trata de hacerlos entrar por la puerta, que el análisis sea un umbral, que haya para ellos una verdadera demanda” (Lacan. 1975)

En Lacan, hay una lectura de dos condiciones para un ingreso al análisis, la primera sería una verdadera demanda de análisis, lo cual puede ser pensado como un deseo de saber sobre  la verdad y ejercitar la justicia, esta demanda tiene que ver con cómo un paciente se posiciona ante su síntoma y la posición de saber sobre él,  la cual ya no queda colocado en el lugar de analista sino en el espacio donde el sujeto se abre a la pregunta sobre aquello que le sucede. Vemos entonces que el deseo del sujeto de suprimir en cierta medida o abandonar un síntoma o un hábito no es suficiente para pensar en la existencia de una demanda real de análisis y las entrevistas preliminares sirven para distinguir de qué manera articula la demanda el sujeto, con el soporte de las intervenciones del analista la posición de la demanda podría cambiar y así poder postularse en una demanda de verdad, es decir, su propia verdad, buscarla, elaborarla. 

El analista va introduciendo al sujeto en una búsqueda de verdad, una vez que pueda formular su demanda de tal forma que aparezca una pregunta donde él mismo se implique en aquello que le acontece con su síntoma, ya que sabemos, la neurosis es una pregunta cerrada donde el propio sujeto y sus síntomas son los elementos que el sujeto desconoce y en los que él está implicado sobre esa pregunta, que tiene como respuesta la verdad. 

Pensar en la cura sería no pensar en términos de lograr algo estable y absoluto que eluda la incompletud. De esta manera inscrita la Falta no se rechaza la diferencia, porque si no volveríamos a pensar al sujeto de la estructura o la etiqueta nosológica, el sujeto de la normalidad y no a cada sujeto con su singularidad y toda la posibilidad de multiplicidad en tanto posicionamientos subjetivos. Así, el psicoanálisis no pretende cambiar una estructura sino su articulación que logre denostar el lugar de la diferencia.  

De lograrse esa pregunta por la verdad, podremos reconocer los efectos de la transferencia, lo que da lugar a la segunda condición de Lacan que es la instalación de una transferencia a partir de una posición de sujeto supuesto saber, es una suposición de saber pleno y absoluto depositada en la figura del analista, demanda que sería imposible de sostener, pero esta sabemos tiene su utilidad de hacer que se puede inscribir un sujeto en una demanda de análisis.  Donde el analizante le demanda respuestas a esas preguntas sobre él y supone que el analista alberga dicha verdad sobre lo que le acontece o debe hacer para solucionarlo, en esa posición de sujeto supuesto saber el sujeto se percibe a sí mismo como si no estuviese implicado, las intervenciones de las entrevistas preliminares ayudarán a que el sujeto se sepa implicado en esas preguntas y a partir de ahí trabajar en su análisis lo cual opera como una rectificación subjetiva de la demanda «el analista en presencia de una demanda de análisis debe ver si es propicia a lo que el proceso analítico se compromete» (Lacan, 1972)  la instalación de una transferencia a partir de una posición de sujeto supuesto saber, es una suposición de saber pleno y absoluto depositada en la figura  del analista, demanda que como ya dijimos sería imposible de sostener, pero esta tiene la utilidad de hacer que se puede inscribir un sujeto en una demanda real de análisis. 

Escuchar una demanda de análisis sería poder ubicar la interrogación que el sujeto se hace acerca de su deseo, generalmente este proceso se da a través de cómo el paciente articula el síntoma, sin embargo, no toda petición de análisis es en sí una demanda de este, ya que el hecho de que el paciente hable de su síntoma no nos habla de un querer renunciar al goce que este le provee. Es así que el síntoma se debe establecer al servicio de la cura. En otras palabras, el hecho mismo de que él paciente quiera saber algo más sobre lo que le está pasando, implica un reconocimiento de estar en falta, de no saber, lo que implica que se pregunta, cuestiona su deseo, he allí una demanda de análisis. 

Hay demandas que solo son de un encuentro con un analista, quizá por curiosidad o por interés de la experiencia, pero no son una demanda analítica tal cual, la cual tiene que ver con la demanda de verdad esta última siendo una que posibilita el análisis. Por tanto, si no son propicias a lo que el proceso analítico se compromete entonces no podemos comprometernos, lo cual no implica renunciar a ello, sino que se posibilite dicha demanda formulada de manera distinta. En las entrevistas preliminares por tanto hay que ubicar el lugar de la demanda, como se articula y de donde viene la demanda, no para responder a esta ya que el analista no puede cubrir la demanda y si lo intenta o lo asegura como posibilidad entonces fracasará, nadie puede asegurar la felicidad o la solución a sus problemas, se trata en análisis de diluir por un momento toda certidumbre del sujeto hacerlo interrogar sobre aquello que le acontece y pueda escucharse a sí mismo, estando articulado a la pregunta que formula sobre aquello que demanda, ya que sabemos que el error está en creer que el analista sabe ese saber mientras que en realidad se ubica en su hiancia, en el entre de los significantes, ya que el sujeto siempre dirá más de lo que él piensa decir dando lugar a significantes reprimidos, pues el inconsciente es un significante a la espera de un significado, saber que solo puede surgir a través de la transferencia, la cual no siempre se logra establecer, y que de ser así sería sólo el comienzo para posibilitar el análisis, lo que vemos que sucede claramente en los modelos terapéuticos que obturan desde su idea de poseer las respuestas.

Pues como Lacan nos esclarece en su enseñanza, nuestro lugar de analistas no es el del significante de la transferencia ya que esto representa la idea de resolver el dilema del analizante, ni el del sujeto supuesto saber lo que sería dar significado a todo aquello que se produce en análisis desde un orden objetivo, sino mas allá de eso el lugar del analista es el de un significante cualquiera, en otras palabras un lugar que permite la creación de una nueva interrogante con aquel material que retorna de lo reprimido.

Bibliografía

Lacan, Jacques, Entrevista a Jacques Lacan en la televisión belga, realizada por Françoise Wolf, 14 de octubre de 1972

Lacan, J. (1965) «la science et la verite». Écrits, Paris; Seuil, 1966. P 858

Lacan, J. (1975). Entrevista a Jacques Lacan en la Universidad de Yale. (O. M. Máter y A. Freschi, Trans.).

Miller, Jacques Alain, La Dirección de La Cura, 2 y 3 de Mayo de Colegio Freudiano de Córdoba, 1992.

Sigmund Freud (1915) El inconsciente. En Obras Completas. Amorrortu, Buenos Aires, Vol. 15, p. 45.

https://elpais.com/cultura/2018/02/07/actualidad/1517989873_086219.html

Publicado por samuelmora

Psicoanalista

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