Por: Jürgen González
No hay banda! There is no band! Il n’est pas de orquestra! This is all… a tape-recording. No hay banda! and yet we hear a band.
(No hay banda, todo es una grabación, y aun así… escuchamos a una banda tocando)
David Lynch: Mulholland Drive, escena del Club Silencio
Hace unos años que vengo conociendo el cine de David Lynch, y al igual que todo aquel que mira sus creaciones, siempre al terminar alguno de sus filmes me quedo con la impresión de que aún hay algo más, no dicho por la trama, pero sí dentro del filme, en su forma, en los planos secuencia, en sus colores, puesto ahí por la mente de Lynch, como si detrás de un telón se escondiera otro igual, y detrás de ese otro, y así por varias ocasiones más.
La primera vez que tuve esa impresión fue al ver Mulholland Drive, la segunda película que veía de Lynch (siendo la primera Eraserhead), recuerdo terminarla y seguirle dando vueltas en la cabeza, la impresión de que una parte de aquello que había visto en un momento me había parecido tan real para luego develarse como imaginario y en ese descubrimiento encontrarme como espectador descubriendo la realidad de aquella ilusión… ¡Me voló la mente! Demás está decir que el cine (y la televisión) de Lynch es un producto que se nutre de lo onírico, que se mueve constantemente entre lo real y lo imaginario; que es, pues, un cine cercano al ámbito del psicoanálisis, aunque ignoro qué tan a conciencia del mismo Lynch.
Mucho habría por analizar sobre su cine, pero eso no es lo que me trae hoy aquí, quizás de eso pueda hablar en escritos futuros. Por lo que hoy vengo a escribir es por la siguiente, llamémosla así, «sincronía»: hace unas semanas me encontraba releyendo (para una futura junta de un grupo de estudios) La tópica de lo imaginario dentro del Seminario 1 de Lacan, donde en un momento se usa la «Experiencia del ramillete invertido» que sirve para ilustrar, en palabras de Lacan, «el resultado de la estrecha intrincación del mundo imaginario y del mundo real en la economía psíquica» (Lacan, 1981, p.119-140). Es un proceso constante en el ser humano, que en primeros estadios servirá para configurar lo que será la vida fantasmática del sujeto, y que más adelante, ya constituido el yo, dará lugar al juego de lo imaginario, de expulsión e introyección, de proyección y absorción, al lugar donde los instintos, los deseos, los objetos de deseo y los fantasmas harán presencias que se sientan reales.
Semanas después, ya sin acordarme en la conciencia de esa lectura, decidí volver a ver Mulholland Drive, que en verdad es de mis películas favoritas, y justo cuando estaba en la escena del Club Silencio, fue que todo hizo click, estaba ante mí una ejemplificación del «Ramillete invertido». Si bien esa parte de la trama [ALERTA DE SPOILER] se encuentra dentro del terreno de lo onírico (aunque en ese momento el espectador aun no lo sabe), Lynch se las arregla para entrelazar los planos de la fantasía y lo real en un mismo sitio y mostrarnos todo un performance, donde estamos advertidos que si bien hay un componente «real» este no es quien realmente produce los efectos que estamos escuchando, y mucho menos lo que la conjunción de ambos (no atados el uno al otro) produzca en nosotros (y claro, también en las protagonistas), pues si hay algo real, es el ojo del sujeto expectante.
Así Lynch en esta escena, pero también a lo largo de todo el filme, como si retomara a Lacan, nos muestra que la construcción del mundo (singular y subjetivo), depende de la relación entre lo imaginario y lo real, y que todo dependerá de la situación del sujeto y su lugar en el mundo simbólico, dicho también en palabras de Lacan: «En el mundo de la palabra» (Lacan, 1981, p.119-140).
Ya para cerrar:
David Lynch es uno de los grandes directores del siglo pasado y lo que va de este, y estoy seguro de que si a ti como lector(a) te interesan estos temas, podrás encontrar en sus creaciones espacios interesantes de análisis. A Lynch se le da mucho entrelazar las dimensiones de la fantasía y la realidad al grado de que parecen una sola, y dentro de ellas suele trabajar diversidad de temas como la paternidad, la subjetividad femenina, las pulsiones, las pasiones, el sujeto en el capitalismo, el edipo, la madurez, etc. Espero en siguientes textos poder abordar algunos de estos, siempre es un gusto retornar a Freud y Lacan, pero también a Lynch.
Bibliografía
Jacques Lacan. (1981). El seminario de Jacques Lacan: Los escritos técnicos de Freud. México D.F. por Editorial Paidos.
David Lynch (2001). Mulholland Drive. Estados Unidos por Universal Pictures
*Puede mirar la escena en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=hoBUe-A2RkM