Por: J. Ignacio Mancilla
Madre he sido un tonto.
Friedrich Nietzsche,
Últimas palabras de
Nietzsche después de su derrumbe mental (1889).
Uno puede formularse muchas interrogantes alrededor de la vida y la obra de
Nietzsche; todas seguramente legítimas, en la medida en que nos permitan una
mayor comprensión de su vida o de su obra.
Y es que son muchos los temas que el filósofo de los grandes bigotes abordó a lo
largo de su corta, pero intensa y fructífera vida.
Uno de ellos fue el asunto de la verdad, que aparece desde muy joven y sería, con
el tiempo, un eje primordial en el singular pensamiento del que Alain Badiou define
como antifilósofo, más que como filósofo.
Pero más allá o más acá de cómo se le conciba y defina, lo cierto es que hay una
pregunta que puede arrojarnos una luz muy particular tanto sobre la vida como
sobre la obra del autor de Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie; y
es la siguiente:
¿Fue Friedrich Nietzsche feliz o desdichado?
Por supuesto que no se trata de responder con un sí o con un no, como en las
preguntas de concursos; más bien lo que nos exige semejante cuestión, es una
lectura muy atenta tanto de su vida como de su obra, para que, de este modo, la
respuesta que formulemos no sea exterior a la vida ni mucho menos al
pensamiento del autor que estamos aquí indagando.
Este recorrido, que forzosamente será de mediano y largo alcance, propongo
iniciarlo —por ahora— con la lectura de una obra juvenil, al lado de una de las
obras escritas en tiempos de su «derrumbe mental»; me refiero al texto auto biográfico, todavía publicado por Nietzsche, Ecce homo. Cómo se llega a ser lo que se es.
Es a través de dicha lectura entrecruzada, en la que haré, de repente, más de
alguna referencia al texto póstumo de El anticristo. Maldición sobre el cristianismo,
con lo que expondré mi primera tentativa de respuesta a la pregunta que me
formulo y les hago, aquí, y que me servirá como hilo conductor para una
comprensión más humana (demasiado humana, para jugar con uno de sus títulos
primordiales) de la vida y la obra de Nietzsche; y que, al mismo tiempo, no deje a
la locura como un simple «accidente desafortunado» de la vida de Nietzsche.
El escrito juvenil del que me serviré es nada más y nada menos que el de Fatum e
historia, texto que Nietzsche redactó cuando tenía apenas 18 años de edad; y en
el que, así lo veo y lo leo desde mi postura y tiempo, pone en germen mucho de lo
que será la peculiar filosofía o antifilosofía nietzscheana: según sea el gusto de
cada quien para catalogarla.
Es esto, pues, lo que intentaré exponer a largo plazo; considerando lo aquí escrito
como el primer adelanto de dicha promesa y recorrido…
… esta lectura e investigación se irá desarrollando, pues, poco a poco; solo
espero abonar lo más que pueda, dado el tiempo limitado de vida que todas y
todos tenemos.
Fatum e historia
En abril de 1862, durante las vacaciones de Pascua, el joven Nietzsche (de
apenas 18 años) compone un texto intitulado Fatum e historia; dicho escrito es de
una enorme profundidad, al grado que vale la pena detenerse en él, todavía, a 159
años de que fue redactado.
De ninguna manera quiero hacer, aquí, una exposición exhaustiva sino, más bien,
señalar algunos puntos que me interesa destacar en mi lectura.
Lo primero que quiero resaltar es la osadía de Nietzsche, siendo tan joven, para
arremeter contra toda la tradición y contra la autoridad de la iglesia cristiana y su
doctrina: así comienza su escrito, en una especie de deslinde de tales
imposiciones; para iniciar una reflexión más libre sobre el sentido de la voluntad
individual y colectiva en la historia.
Singular dialéctica en la que todavía, hoy, nos vemos envueltos; queramos o no.
Más allá o más acá de Nietzsche.
El texto abarca casi 7 páginas si no consideramos el esbozo de novela de apenas
una página, con el que termina el manuscrito (dividido en tres apartados); y que
aunque se enlaza con el tema central, merece, en todo caso, una reflexión aparte.
Nietzsche abre su reflexión con una pregunta que todavía hoy nos alcanza con
toda la fuerza de sus ondas expansivas, que vienen desde 1862; dice así:
[…] ¿cómo se podría aniquilar, con los resultados de una elucubración juvenil, la autoridad
de dos milenios, garantizada por los hombres más geniales de todos los tiempos, cómo se
podría dejar de lado, con nuestras fantasías e inmaduras ideas, todos los dolores y
bendiciones que el desarrollo de la religión ha impreso profundamente en la historia
universal? ((Volumen I de las Obras completas, Editorial Tecnos, Madrid, 2018 p. 201,).
¿Qué relación tienen las ideas de este escrito juvenil con la obra madura de
Nietzsche en la que, cambiando los términos, Nietzsche retoma sus inquietudes
juveniles?
¿Se puede hablar —a partir de este texto en particular— de la verdad y la
felicidad, a pesar de que este par de conceptos no estén presentes, de forma
explícita, en el escrito aquí considerado?
Y, por último, ¿qué relación hacer —particularmente— con su libro póstumo de El
anticristo. Maldición sobre el cristianismo y también con la famosa autobiografía
Ecce homo. Cómo se llega a ser lo que se es, publicada en vida del propio
Nietzsche?; sobre todo considerando el tema de la verdad y la felicidad y el de la
locura, ya manifiesta, por lo menos en la autobiografía, pero no en el texto de El
anticristo —extrañamente.
Cuestión que nos deja mucho para reflexionar.
Temas muy caros a Nietzsche; tanto desde la perspectiva de su obra como desde
la de su vida, sobre todo.
Por supuesto que este tendría que ser un trabajo más amplio (para allá nos
enfilamos); es por ello que ahora solamente presento, pues, un mero indicio en
esa dirección, considerando los temas ya planteados de verdad y felicidad en
Nietzsche. Tratando de extraer lo que más pueda del escrito juvenil del autor de
Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie.
Libro este que, de alguna manera (por lo menos para mí), continúa siendo
paradigmático en lo tocante al estilo y profundidad metafóricos con relación a la
vida moderna, caracterizada por el nihilismo y del que quiere Nietzsche
presentarnos, precisamente, la salida; o por lo menos lo que él vislumbró como tal:
el Súper hombre (Übermensch).
Habiendo aclarado mi posición, voy pues con mi lectura del texto de Nietzsche.
¿Qué ideas y qué conceptos sí está discutiendo Nietzsche, abiertamente, en el
texto aquí puesto en el centro para su reflexión?
Primero señalaré tales ideas y, posteriormente, haré algunas mediaciones con los
postulados implícitos de nuestro autor con lo que aquí intento poner en primer
plano: la verdad y la felicidad.
Primer tiempo: el sentido profundo de Fatum e historia
Nietzsche empieza, ya lo vimos, con una pregunta radical; para, a partir de ahí, ir
sentando las bases de lo que será su programa de reflexión en lo inmediato, pero
también a mediano y largo plazo: ya lo expondremos…
…
Nota: este texto-proyecto continuará…
P. D.
En la foto aparecen, arriba a la izquierda el padre de Nietzsche, Karl Ludwig; y a la
derecha Franziska Nietzsche. Abajo, la iglesia de Röcken bei Lützen, con la casa
parroquial donde nació Friedrich Nietzsche (tomada de la excelente biografía de
Werner Ross: Nietzsche. El águila angustiada, Editorial Paidós, Buenos Aires,
1994, 865 pp.).