Filosofía y psicoanálisis: relaciones (im)posibles

Por: Esteban Arellano

¿Dónde hay menos poder? ¿En el habla, en la escritura?

¿Cuándo vivo, o cuando muero? O bien ¿cuándo morir

no deja que me muera?

Blanchot, Maurice.

                                                                                                      Pero donde hay peligro

crece también lo que nos salva

Hölderlin.

Entre filosofía y psicoanálisis existe un amplio espectro de relaciones: las genealógicas, epistemológicas, las de continuidad, las históricas; pero también las disputas, negaciones, los rechazos, ninguneos y repudios. Aunque estén presentes en ambas direcciones, en este lugar bastará señalar, no la lectura por parte de algunos filósofos hacia el psicoanálisis, sino en dirección inversa: un guiño de la recepción de Freud y Lacan de la filosofía y algunas consecuencias para hacer patente una problemática que concierne a ambos campos.

Esbocemos un breve recorrido. En 1896 Freud escribe una carta a Fliess donde menciona su único anhelo de juventud: el del saber filosófico. Quizá por ello advertimos que el joven vienés asistiera en invierno de 1874-1875 al seminario Psicología desde un punto de vista empírico y en el verano de ese último año al seminario Sobre la lógica de Aristóteles, ambos dictados por Franz Brentano. Algunos años después, durante las Reuniones de los miércoles, los temas a discutir no permanecían ajenos al interés filosófico. Como ejemplo está la Reunión científica del 1ro de abril de 1908 donde la lectura y discusión estuvo centrada en la tercera parte de la Genealogía de la moral de Nietzsche. A pesar de estas recepciones, encontramos en Freud momentos en que omite el nombre propio de Nietzsche, por ejemplo, en Más allá del principio de placer; incluso va más lejos al mencionar que no conoce la obra del filósofo y que sus intereses para acercarse a la misma fueron sofocados por un “exceso de interés”. Respecto a Schopenhauer el hecho de asumirse, de alguna manera cercano, resulta menos insoportable. Desde 1919, al investigar para escribir el texto donde introducirá la pulsión de muerte, Freud hace notar, primero a Lou Andreas Salomé y después en la publicación de 1920, que ha arribado al puerto que Schopenhauer descubrió previamente, aunque de manera “inadvertida”.

Con Lacan la relación no ceja en complejidades. Entre 1933 y 1934, el psicoanalista quería obtener un certificado de filosofía y lógica de La Sorbone. Para ello, pide a un joven comunista, Pierre Verret, le enseñe, dos veces por semana, acerca de estos saberes. De 1934, hasta 1937, Lacan estuvo inscrito en el seminario de Alexandre Kojève, ahí el ruso, más que simplemente leer unas líneas de La fenomenología del espíritu buscaba, en palabras de Roudinesco “siempre más allá del enunciado”. Gracias a este acercamiento el francés se introduce en la lectura de Hegel y quizá, en una forma distinta de leer la filosofía. Sin embargo, Lacan no deja de tener esta relación de acercamiento y de alejamiento e incluso más compleja. En la sesión del 16 de enero de 1971, Lacan enuncia que el discurso filosófico es una variante del discurso del amo. ¿Acaso esto es sin consecuencias? Leído aisladamente, podría dimensionarse cierta postura que se lanza contra la filosofía, sin más. El movimiento es mucho más complejo, pues implica interlocutores, escuchas y momentos específicos de la enseñanza del psicoanalista.

Ahora bien, ¿a dónde queremos llegar con estas notas y esbozos? A trazar una problemática. Tanto en Freud, como en Lacan, en distintos momentos de su recorrido, están presentes, explícita o tácitamente, dos posiciones frente a la filosofía: del elogio al desconocimiento, de la alusión a la supuesta distancia diametral que los separa, del reconocimiento a la negación. En uno y otro, de manera específica por sus condiciones singulares, la filosofía emerge o es disimulada a través de omisiones y desligaduras. Visto en perspectiva, más que vislumbrar una postura clara o determinante, quedamos frente a una nebulosa en movimiento. Las relaciones de Freud y Lacan con la filosofía y ciertos filósofos son ambiguas, abiertas. De esta manera, más que un problema resuelto, encontramos el punto donde la herida se abre.

Desde ahí nos planteamos realizar un recorrido a finales de 2020 para abordar posibles anudamientos, impasses, cortes y replanteamientos que implicaban estas relaciones. Lejos estuvo la intensión de realizar un punto de sutura, antes bien, se trata de ser consecuentes con la herida. En el marco de la apertura de la Maestría en Clínica Psicoanalítica sede Guadalajara, Revista Intempestivas convocó a distintas voces de diferentes latitudes y distintos campos del pensamiento a realizar una lectura de las (im)posibilidades entre ambos campos. De esa manera surgió el Diplomado Internacional Filosofía y psicoanálisis: relaciones (im)posibles. Desde distintos lugares de México, Latinoamérica y Europa tratamos de tejer una serie de lecturas que no siempre embonaban, y justo desde esas grietas era posible producir algo. Desde Culiacán participó J. Ramón Rodríguez, de Zacatecas Sergio Espinosa Proa, de Guanajuato Benjamín Valdivia, Luis Roberto Sosa, Osmar Ramírez (quien transmitió desde París), de Michoacán David Pavón Cuellar, desde Ciudad de México participaron Liora Stavchansky, Fernando M. González, Carlos Gómez Camarena, de Guadalajara participamos Eunice Michel, Ignacio Mancilla, Juan Ramón González, Armando Correa y yo, Esteban Arellano; de Sudamérica nos acompañaron, de Chile, Ricardo Espinoza Lolas, de Argentina Maricarmen Rodríguez, Emiliano Exposto, Gabriel Rodríguez; del viejo continente transmitieron desde España Félix Duque y Rubén Carmine Fasolino y de Francia Patrick Llored.

Me atrevo a mencionar que quienes participamos con una investigación, planteamos únicamente una serie de premisas donde fue indicado un horizonte de trabajo. Así, más que un lugar donde se haya establecido un saber construido, lo pienso como un espacio donde, tras la explosión del sentido, las ruinas en llamas pueden traducirse como preguntas que arden y cuyas respuestas no están dadas, sino como posibilidad de trabajo e investigación. En este sentido, quienes participaron en este diplomado abrieron, desde su singularidad, un panorama muy importante de pensamiento: hombres y mujeres de distintas edades de Durango, Zacatecas, Michoacán, San Luis Potosí, Estado de México, Guanajuato, pero también de Perú, Ecuador, Chile, Argentina, Brasil y Hungría, todos con distintas formaciones e intereses que implicaban la literatura, las matemáticas, la filosofía, las ciencias de la comunicación, la psicología, el psicoanálisis, la poesía, el arte y la economía.

El recorrido del diplomado estableció determinados periodos en la historia de la filosofía en relación al psicoanálisis: de Platón a Aristóteles; de Descartes a Hegel; de Kierkegaad a Foucault; de Derrida a Malabou. El abordaje tiene una ventaja y una desventaja: circunscribió ciertos bloques y autores de manera cronológica; la crítica estriba en considerarlo “un abordaje académico”, la ventaja es que se convirtió en una posibilidad de acercamiento introductorio-crítico a la problemática. Existen otros abordajes: por concepto, en diacronía, a partir de cortes epistemológicos. En esta ocasión se optó por este. Al final, al igual que en una traducción, siempre existe un resto inasible, algo que se escapa. Quien traduce, por lo menos poesía, sabe que habrá una pérdida irreparable que siempre será señalada: o traduce la musicalidad del poema, o traduce la justeza del texto. En toda decisión se hace patente la pérdida y lo asumimos. Al término, quedaron en el tintero una serie de consideraciones que no pudieron abordarse. Lejos estamos de agotar la temática, pero al final lanzamos una serie de ganzúas en el vasto océano del pensamiento que toca las costas de dos territorios impares.

Agradecemos a la Universidad Autónoma de Zacatecas, particularmente a la Unidad Académica de Psicología, quienes dieron el reconocimiento oficial a este Diplomado; a las y los ponentes; a las y los asistentes, que insistieron en este diplomado; a Armando e Ignacio, por su apoyo. A todas y todos los que hicieron posible esto.

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