Por: Gabriel Chávez
«¿Cuál es el límite «permitido» en el amor?» Es la pregunta germinal que sugiere el planteamiento de la obra ilustrada Beastars por la autora Paru Itagaki, misma que no se toma a la ligera o con una perspectiva no compleja. Esta es una obra que no puede ser entendida desde el simplismo descontextualizado bajo el que se escriben muchos mangas. Nace en el regazo de un movimiento contracultural bien establecido desde hace más de 20 años, la comunidad «Furry», que tiene como premisa varios puntos que guían sus interacciones, mismos que me atrevería a condensar en 3 bastiones: la «fursona», que consiste en la creación de un alter ego animalístico que representará al sujeto, la expresión de la sexualidad que juega un papel importante en la forma de interactuar con los demás y el «rol play» que combina los dos anteriores. Es bajo estos tres aspectos que se articula (principalmente) la comunidad Furry, misma que bajo la lupa del animalismo antropomorfizado es lo que dota de historicidad y complejidad cultural a la trama de Beastars, que no es más que la radicalización de las implicaciones inconscientes que se juegan dentro del Fandom.
Es por ello por lo que se vuelve imposible de comprender la auténtica puesta en escena de Beastars, que no es más que una crítica (muy bien elaborada) a la «naturalización» de la sexualidad vivida actualmente. Para llegar a ello habrá que explicar brevemente su narrativa general.
Beastars cuenta la historia de Legoshi, un lobo gris que es miembro del club de teatro de su escuela, y de Haru, una coneja albina que es la única que pertenece al club de jardinería. En este mundo, tanto carnívoros como herbívoros viven en armonía debido a ciertas leyes de prohibición que hacen de la convivencia algo posible, es decir, les es prohibido a los carnívoros usar sus capacidades instintivas que, inequívocamente, pueden llevar al peligro (incluso a la muerte) a los herbívoros. Es pues la coyuntura entre los personajes principales lo que causa la tensión dramática de la narrativa; comenzaré explicando este punto.
Tanto el manga como el anime inician con el asesinato de Tem, un alpaca que fue devorado dentro de la escuela. Tem pertenecía al club de teatro al que asiste Legoshi, lo cual hace pensar (en un inicio) que será lo que motorizará la narrativa hacia delante, sin embargo, esto no es del todo cierto. La tensión creada por esta apertura no es particularizada, como generalmente se utiliza en la narrativa común, el impacto generado contiene implicaciones diferentes; para ejemplificar lo anterior pondré de ejemplo el inicio de Star Wars; a new hope, que nos muestra a la princesa Leia siendo capturada por Darth Vader y el imperio. En esta secuencia la tensión se encuentra enteramente en los personajes, vemos a Vader y el imperio asesinar a un grupo de rebeldes para posteriormente capturar a Leia, y es justamente ese hecho el que moviliza la trama de la película; Luke y los demás se ven motivados (narrativamente) por el acontecimiento del inicio. En Beastars esto no sucede, la motorización de la narrativa no está concentrada particularmente en el asesinato de Tem, no es lo que moviliza la trama hasta su resolución. Es, por el contrario, la que brinda entendimiento del hilo general del devenir trama, no hace sino delinearla. La tensión creada por el asesinato de Tem es generalizada en toda la trama. Esta generalización es la que permite que una narrativa se pueda complejizar a sí misma, sin caer en el recurso barato de la exposición personificada. En efecto, Beastars es tan cruda que te muestra que la muerte de Tem no es un problema particular de la trama (al menos no de inmediato, no es que la trama se mueva hacia el objetivo de «encontrar al asesino de Tem», como usualmente se piensa), sino un problema general que delinea la narrativa, y es que, lo que le paso a Tem les sucede a muchos otros herbívoros en este mundo. Esta inversión del inicio de la narrativa no quiere decir que no exista un elemento motorizante en la trama.
¿Qué es lo que mueve la trama? Es la tensión creada entre la relación de Legoshi y Haru. Tan es así que sucede algo curioso en el primer volumen del manga y su homólogo en el anime; Se nos presenta a Legoshi como el modelo perfecto de un neurótico, en un estado de letargo digno de la máxima inhibición que te haría cuestionar si realmente está vivo. Es alguien distante, callado, inmóvil y siniestro que se encuentra siempre alejado de sus semejantes. Esta impresión de docilidad es la que causa la comparativa de Legoshi con su otra protagonista Haru, que se presenta como alguien fuerte, vista por los demás en la escuela como una promiscua, marginada social y sociópata, que disfruta de hacer daño al otro por medio de la vía emocional. Sin embargo, estos elementos disonantes entre la naturalidad del género (animal) y su expresividad (como se presentan ante los demás) se ven yuxtapuestos en un desdoble triple que es el que funge como motorizante de la trama. Podemos ir más allá e indicar cómo acontece este desdoble triple. En el inicio se presenta a Legoshi desde la debilidad de la inhibición y a Haru desde la fortaleza de su autocontrol a modo de proyección, después, en su primer encuentro el instinto voraz de Legoshi lo orilla a casi devorar a Haru afuera del teatro de la escuela, mostrando una inversión momentánea de los papeles asignados (llamémoslos actividad-pasividad), sin embargo, es la inhibición de Legoshi lo que le impide devorar a Haru lo que hace que retorne a su punto de posición inicial ¿lo es realmente? Se plantea esta pregunta porque la cuestión es que Haru desea ser asesinada por Legoshi en ese mismo instante, así que los dos por un breve periodo se yuxtaponen desde la posición contraria solo para darse cuenta de que se estaban viendo en el espejo, sin realmente haber cambiado de posición. Topológicamente, sería algo así:

Legoshi nunca deja su lugar de Inhibición, puesto que su posición de proyección se ve posibilitada gracias a la articulación particular inhibitoria en un sentido doble, tanto en la explosividad de la pulsión instintiva de devorar a Haru como en su sumisión al deseo de Haru de ser asesinada en ese instante. Lo mismo ocurre con Haru, su posición de inhibición se ve posibilitada gracias a su proyección de autocontrol, tanto es así que ella decide que quiere que Legoshi la asesine. Es pues esta dinámica de desdobles en triple función la que guía el romance de Haru y Legoshi durante los primeros volúmenes del manga (lo mismo que en la primera temporada del anime). Y justo aquí es donde se puede leer claramente el planteamiento de la desnaturalización de la sexualidad. La comparativa general se da entre la división binaria masculinidad-feminidad y carnívoros-herbívoros.
¿Cómo es que esta comparativa se materializa en la narrativa de Beastars? No es secreto la crítica inherente de la obra de la autora japonesa a los roles genéricos asignados bajo la lupa de la producción económica capitalista; son los roles de género entre la dicotomía «ser hombre-ser mujer» lo que permite una adecuada división técnica del trabajo en una sociedad dada. Sin embargo, habrá que matizar que esta crítica no es estéril ni simplista como muchxs hacen lectura de ella. Son muy variados los análisis disponibles tanto en formato escrito como en formato de video que plasman de forma ideológica el contenido teórico de Beastars; basta con revisar algunos para ver que la piedra angular de sus tesis descansa en la presunción de la teoría sociologisista de los «roles de género» y como Beastars rompe con los modelos/estereotipos sociales de lo que es vivirse como hombre o mujer, ¿por qué esta crítica es invalida y peligrosamente ideológica? Porque plantea un discurso hegemonizado de la tan popularizada «deconstrucción de género» que en sí misma contiene dificultades prácticas precisas que dificultan su traducción teórica. No, Beastars no rompe con estereotipos de género precisos y concretos de la vida cotidiana, lo que hace es delinearlos y exacerbarlos hasta sus últimas consecuencias ontológicas. No solo demuestra que un tipo de masculinidad es toxica, muestra que la estructura misma que hace que pueda existir la masculinidad es toxica. Todo esto se logra de manera magistral debido a la visión periferia y no viciada de la autora con respecto a la vivencia masculina. Es esta crítica el punto central del contenido de Beastars, un contenido con un estatus ontológico.
¿Cómo se puede sostener el argumento anterior? Es sencillo verlo en sus personajes, en aquellos carnívoros; tomemos de ejemplo de nueva cuenta a Legoshi. Su personaje no se define por su advenimiento posterior de un conflicto, sea interno o externo, Legoshi se mantiene en una línea todo el tiempo, su personaje no es que sufra un cambio radical que le permita acceder a otra etapa de sí mismo, sino que la historia y experiencias personales se van alienando en sí mismas, haciendo que Legoshi responda a cada una de ellas de la misma manera, alienándose en sí mismo. Esto se ve claramente al inicio de la serie (tomemos el ejemplo del anime) en donde tiene una actitud introvertida y asocial hacia sus compañeros, vemos un Legoshi inseguro y nervioso todo el tiempo. Al final del último episodio del anime vemos a un Legoshi seguro de lo que siente con respecto a Haru, diciéndole que la quiere y que quiere estar con ella ¿este cambio genera a dos Legoshis diferentes, el primer Legoshi y el segundo? En absoluto, Legoshi sigue siendo el mismo neurótico al inicio y al final, sin embargo, su dinámica deseante se vio alienada en el transcurso de la serie, al final Legoshi no es que haya adquirido una confianza sobre abrumadora a su propia estructura, si no que esta estructura se vio alienada en si misma por conocer a Haru, lo que devino en que su deseo se movilizara. Ahora, esa movilización es específicamente significativa, ya que no viene dada por una contradicción simple (Legoshi está enamorado de Haru, pero tiene miedo de comérsela por su naturaleza carnívora), sino por una contradicción sobredeterminada (Legoshi se enamora de Haru por como ella lo lleva al límite de su inhibición, entre su goce de devorarla y su deseo de no hacerlo), es decir su movilización no es estática o lineal, sino dinámicamente compleja. No hay dos Legoshis, hay uno que se encuentra en constante dinamismo que no solo se mueve hacia al frente (hacia delante de la trama), sino hacia atrás. Esto es específicamente importante, ya que le es permitido a los personajes de Beastars algo que no en muchos animes sucede, les es permitido el privilegio neurótico de la regresión. El arco argumental (si se le puede decir así) de Legoshi no termina en un lugar diferente de donde inicia, sino que las circunstancias son las que se mueven alrededor de él.
Esta tensión entre la progresión (muchas veces sublimada de Legoshi, como el devenir héroe al derrotar al jefe de la mafia de leones Shishigumi) y la regresión (muchas veces expresada en su deseo primitivo de devorar a Haru o el incidente durante la obra con el tigre Bill) es el punto central de lo que Beastars trata de presentar. Su ambición narrativa no se encuentra en solo plasmar lo que acontece como algo inamovible que si se le combate (al instinto) retornara con más fuerza (recordemos que Legoshi se mantiene en constante lucha con sus intentos, que en última instancia lo regresan a ellos), sino en cómo su personaje acepta esto con una pasividad impresionante, pongamos un ejemplo: Legoshi en su condición de carnívoro sabe que posee capacidades físicas que sus compañeros herbívoros no poseen (fuerza física, velocidad, visión agudizada, etc.), y en su afán por mantener el control y no causar daño a los otros (control del instinto) Legoshi se ve refugiado en soledad, hasta aquí podríamos pensar que esta actitud hacia los otros escapa del instinto para colocarse del lado de la responsabilidad consciente (dígase voluntad o deseo), ¿pero no es acaso un rasgo natural e intrínseco (dígase instintivo) de los lobos grises ser solitarios? ¿Es Legoshi solitario por decisión o por determinación? Esta problemática es bien sabida por Legoshi, sabe que no hay escape de su condición real de existencia. Esta postura me parece es la más radical de Beastars en su concepción de personajes, a saber, que sus protagonistas (Haru y Legoshi) sean perdedores, claro, desde diferentes lugares (Legoshi desde la pasividad neurótica y Haru desde la actividad histérica), pero perdedores al fin y al cabo. Es pues esta actitud la que justifica que la historia trascienda a los actos de los personajes. No es que estos determinen la historia a través de sus motivaciones y acciones, sino que en un doble movimiento en donde sus motivaciones y acciones están determinadas por la historia mientras que esta se encuentra a su vez determinada por las motivaciones y actuares de todos y todas dentro del mundo de Beastars, donde Haru y Legoshi no son el centro, sino su complejo sintomático que expresa la tensión del mundo en que viven. En resumen, la relación de los protagonistas es un punto de contradicción sobredeterminada del mundo en el que se mueven, de su historia y de sus personajes.
Pero Beastars da un paso delante de esta compleja propuesta, avanza y se cuestiona la naturaleza intrínseca de los instintos, es decir, aplica la misma lógica para mostrar la relación de Legoshi y Haru a la construcción de los personajes y deja de lado este instinto naturalizado (determinado) y lo ve bajo una lupa de un instinto «desnaturalizado» (sobredeterminado). Ahora bien, esto es importante para entender la dimensión de la sexualidad en Beastars que contiene este tinte, analicemos ambas cosas.
Es evidente que existe un lazo indisoluble entre la sexualidad y el instinto en Beastars. Tomando las tesis etológicas y biológicas, se presenta este lazo como de contradicción simple en el sentido estricto de la palabra, en donde la sexualidad difiere del instinto pero depende de él. Basta con recordar a Freud y su concepto de pulsión para comprender que hay un lazo entre ambos conceptos (sin dejar de señalar y acotar las diferencias teóricas con otros conceptos como necesidad, demanda, deseo, etc.), pero si admitimos que este lazo es una simple contradicción ¿cómo podríamos entenderlo en Beastars? La obra no se enseña cohibida al mostrar esta «naturaleza» (el término no es arbitrario) contradictoria entre la sexualidad de los personajes y sus instintos. En un inicio nos muestran un modo de organización social en donde los herbívoros solo pueden estar con herbívoros y carnívoros con carnívoros, por si fuera poco, esta división se extiende hasta razas especificas a las que pertenecen los animales (de hecho, en la escuela a la que asisten existen salas específicas para cada especie, donde se puede ir a interactuar y conocer a más de su especie, para posteriormente entablar una relación de cercanía). Esta organización particular deja entrever ya una contradicción; si bien la sexualidad se naturaliza en la estrecha relación entre iguales en las diferentes razas, esto solo se ve posibilitado por las prohibiciones sociales que se han adaptado conforme al desarrollo social del mundo. En este primer inicio vemos que la sexualidad, si bien depende del instinto (de tratar de encontrar a un igual) también se encuentra independiente a este (puesto que se requiere de un mandato socializado para su cohesión). Esto se complejiza más cuando avanza la trama y vemos que ambas cosas, tanto la sexualidad como el instinto no son naturales. Ampliaremos la tesis y la expondremos de la siguiente forma; en Beastars existe un deslinde (meramente socializado, mediado y cultural) entre la naturaleza intrínseca de las cosas y las cosas en sí mismas. Este deslinde no es parcializador del objeto, sino que presenta la posibilidad de articulación del objeto mismo. La sexualidad, el instinto voraz, el asesinato de carnívoros a herbívoros, las relaciones que se entablan entre unos y otros dejan de ser «naturales» (en el sentido biológico y en el sentido social) y pasan a ser «desnaturalizadas» bajo un modo de plasmarlas muy específico, un modo subjetivado (R). Este modo subjetivado (R) nos rinde cuenta de la dimensión Real (de ahí el uso de la «R» al final de la palabra) del acto que se plasma en la obra, más allá de lo natural y lo artificial, más allá de los objetos, está la cosa.
Existe en los personajes esta cierta tendencia al goce, pero no hablamos de un goce primordial o crudo, sino de uno lo suficientemente procesado para causar angustia en los personajes y poder llevarlo a cabo contra todo pronóstico. Este goce siniestro (goce de otro orden fuera del cuerpo y del cuerpo de los otros) tiene la capacidad plástica de presentarse de forma desnaturalizada a los ojos de la naturalidad. Esto crea un impasse que el espectador no logra dilucidar a primera instancia puesto que su visión es antropocéntrica, pero ¿hay algo más desnaturalizado (presentado de forma natural) que un animal comportándose (y viéndose efectivamente) como un humano? Es pues desde este rebote del reflejo que podemos ver cómo Haru puede moverse entre su naturalidad desnaturalizada de ser una coneja devoradora de hombres (en el sentido histérico) o cómo Bill no bebe sangre fresca por necesidad (naturaleza carnívora) sino por deseo (porque lo hace sentir bien, con más energía), o cómo Rui proyecta sus debilidades (naturalizadas) como un orgullo que lo enaltecen como el más influyente de la escuela (desnaturalización), más aún, cuando tiene que asumir su clase (herbívoro) para elevarse lejos de ella al dejar devorarse una pierna para que Legoshi pueda vencer a un enemigo, o cómo el asesino de Tem que en su condición natural (de carnívoro) decide devorar a su mejor amigo (se nos muestra en el manga que aquella noche que Tem murió el asesino tenía muchas opciones para devorar, pero eligió a Tem por sobre todos). El mercado negro es otro ejemplo de esta tensión dinámica sobredeterminada, en donde fuera de la legalidad se les permite un espacio de subsistencia a los carnívoros para comer carne deliberadamente (a pesar que se demuestra que en ellos también está la naturaleza de poder vivir sin ello). Sin dudas, el mayor ejemplo es el modo de concebir la masculinidad y la feminidad que se intercalan entre Legoshi y Haru, en donde ambos muestran predisposiciones genéricas, que a su vez, son contradictorias.
Si a algo nos llama Beastars es a cuestionar la naturaleza de la sexualidad y de cómo la articulamos en la vida diaria… No es coincidencia que en algunos este mandato nos resuene al escuchar experiencias dentro del Fandom Furry, que si algo nos han dejado, es la enseñanza de que incluso los animales se pueden desnaturalizar (obviamente, a través de un discurso).