Por: Jennifer García
¿Pensar la escuela? Espacio, tiempo, profesores, alumnos, materias, grados, compañeros, relaciones. En este momento de resguardo por pandemia, ¿por qué la escuela no se detuvo? ¿Qué implicaciones sociales hubiera tenido retrasar la trayectoria educativa? ¿Por qué la escuela siguió?
Uno de los significantes arraigados que se transfieren a lo largo de la vida es: acudir a la escuela. Desde los tres años es obligatoria en México, se necesita, aproximadamente, una inversión de 19 años para poder terminar una licenciatura (si es que en este tiempo no sucede algún evento que pueda pausar la trayectoria educativa) y en todos estos años se arraiga un sentido de pertenencia, donde el concepto de escuela se funde con el avance de las etapas del desarrollo humano y personal, entonces, ¿por qué no se legitima la pausa escolar en tiempos de pandemia? ¿Acaso nuestro desarrollo estaría en peligro?
Muchas sospechas rondan en torno a la educación en línea, niños de tres años tecnológicos, adultos aprendiendo de plataformas, adolescentes atrapados en redes sociales y sorprendidos por la intromisión de la educación ahora en línea. ¿Qué pensaría Platón de las clases en línea? ¿Qué letrero pondría a la entrada de su jardín? Si anteriormente Platón planteaba un «pase educativo» con la consigna de que no entraran a su jardín quien no sabía de geometría, ni quien no se relacionara de manera amorosa con los miembros del jardín , ¿qué consigna pondríamos para entrar a las aulas virtuales de cualquier nivel educativo?
Tengo una propuesta: Que no entre aquí quien no esté dispuesto a transformar el mundo. Educar es un acto revolucionario hoy en día y ¿cómo educar o ser educado? Una vía: la transferencia.
Sloterdijk, en su libro Esferas I, plantea que:
[…] no transferimos tanto afectos exaltados a personas extrañas como tempranas experiencias espaciales a lugares nuevos, y movimientos primarios a escenarios lejanos. Los límites de mi capacidad de transferencia son los límites de mi mundo .
Esta puntuación toca las fibras de nuestro tiempo, porque la educación está limitada a un mundo y en este momento a un espacio virtual, cúmulo de transferencias con vivencias nuevas, personas extrañas, pero al mismo tiempo tan cercanas, llenas de sentido. Tiempo contradictorio porque la transferencia une. Aún tenemos suerte de que quienes forman y educan están en la pantalla, interactúan, preparan clases, comparten ligas para divulgar conocimiento, reflexionan sobre diversidad de temas, aún es un humano…
Más allá de la pantalla y la tecla, el click, siempre está la transferencia (quizá es porque tenemos tanto tiempo en transferencia con la educación que no podemos dejarla). La pausa educativa no llega porque nuestra historia quedaría vacía, la enseñanza y la transmisión serían vestigios de memoria. La transferencia como click al darle enter al zoom, abre conocimiento e irrumpe aquello que la pandemia no nos pudo arrebatar: educación.
La educación quizá es una constitución arcaica de pensamiento y trayectoria. Ya Freud nos señala que solo se puede ser educador si somos capaces de compaginarnos empáticamente con el alma infantil , aún con todas las transformaciones, el encuentro con lo virtual globalizó el aprendizaje para evidenciarlo, y tanto educadores como educandos empatizaron con cualquier dispositivo para transmitir (clases por televisión en canal abierto, Zoom, WhatsApp, Teams, Facebook, Google Meat, vídeo), atravesados por la transferencia.
¡Freud, Freud, Freud!: «el jubileo de la escuela retiene nuestro pensamiento junto a los profesores» ; la escuela realizándose desde donde se pueda, con profesores que se arriesguen a enseñar, transmitir, interpelar. Miles de clases grabadas en la nube, el aula abierta del año 2020, con el eterno problema del acceso, la educación en el peldaño del privilegio. En este panorama, ahora la pregunta es ¿cómo se lleva la escuela? ¿Y los que no pueden llevarla?…
…volveremos a las aulas, al espacio, no seremos los mismos, pero no seremos otros. Seguirá la transferencia como bisagra, abriendo y cerrando, provocando…